En los deportes de contacto, como el boxeo. Al sonar la última campanada que da por terminado el encuentro, no es raro el observar, que ambos contrincantes, sin importar que uno tenga el rostro desfigurado y al otro se le vea fresquecito, levanten los brazos en señal de triunfo…
Cuando formalmente se le da a uno de ellos -aunque en veces hay empates- los contrincantes se abrazan; y en señal de deportivismo, el derrotado aplauda la decisión de los jueces del encuentro…
Cuando dieron una buena batalla, el derrotado, en señal de reconocimiento, le levanta la mano a su contrincante. Ya luego van a saludar a la esquina contraria del ring, estrechando las manos y palmeando las espaldas…
Por cierto, resulta que el ring no es redondo, es cuadrado. Ring viene del inglés y a su vez del germano antiguo “hring”, que significa círculo. Pero, en fin, es sólo un comentario sobre esas cosas en las que poco reflexionamos. Así las hemos escuchado desde siempre…
Pero lo que nunca se ha dado; o cuando menos, no se tiene registro de ello en el mundo entero; es que el derrotado, por más vapuleado que esté, le levante la mano, mostrándose conforme con la derrota, antes de que los jueces den el veredicto oficial…
Cómo que se vería muy mal y hasta sospechoso de que todo estaba arreglado. En el boxeo le llaman “tongo”. Y eso fue lo verdaderamente inédito de la jornada; y será, sin duda, histórico; lo demás, yo sabía que no ganaría Norma Piña, mi candidata. Entonces: Ni pa qué me enojo.
Y mañana será otro día, si el Sol me presta vida.