Por increíble que parezca, aunque el balance de su gestión al frente del CEN priista no resulta nada positivo, sino todo lo contrario, Alejandro Moreno pretende enquistarse en esa posición sin importar el daño que siga provocando su permanencia al frente del PRI. Para lograr ese desaseado propósito ya mueve los hilos para organizar una Asamblea Nacional a modo de sus intereses para reformar los estatutos y propiciar su reelección. Cuando “Alito” asumió la presidencia de esta otrora invencible organización política en el inventario de logros (más bien, ya estaba disminuyendo) aparecían 12 gubernaturas, justo cuando en 2019 este ambicioso político llegara a la presidencia del PRI, pero ha sido tan mala su gestión, y se acompaña con el veleidoso transcurrir de las circunstancias que ahora ese partido solo gobierna en una de las 32 entidades federativas, es decir, los números de “Alito” al frente del PRI son de rojo encendido, y pese a ese recuento de incontables fracasos el tal “Alito” ¡pretende reelegirse! ¡Vaya cachaza! Porque no solo disminuyó a casi cero el patrimonio político territorial del PRI, sino que con su controvertida actuación y absurdas pretensiones caciquiles ha provocado una fuerte sangría al partido con la salida de numerosos personajes de sus filas. Durante la presidencia de Alejandro Moreno el PRI perdió en todos los procesos electorales que ha habido, en los de 2021 el PRI restó 8 estados de su ya decreciente repertorio, todos frente a Morena: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Zacatecas y Tlaxcala. En 2022 ese catalogo disminuyó aún más porque Oaxaca e Hidalgo se los llevó MORENA, y en 2023, el PRI perdió un importantísimo bastión electoral, el Estado de México, la entidad con mayor número de electores en el país. Gestión tan desastrosa nunca la había tenido una dirigencia priista, y cuando hubo derrotas electorales el dirigente en turno renunciaba al cargo, así lo hizo Manlio Fabio Beltrones en junio de 2016 después de la debacle electoral de ese año. Ahora el PRI sólo gobierna Coahuila y con estos resultados pasó a ser la cuarta fuerza política pues entre 2018 y 2024 perdió casi 2 millones de votos. Pese a todo, Alejandro Moreno no asume los costos de la derrota electoral porque su interés está centrado en reelegirse a costa de lo que sea, incluso en demérito del propio PRI cuya dirigencia mantiene secuestrada junto con Rubén Moreira, quien por cierto mantiene discreta actitud porque, solapado, quizás espera que el desgaste político derrumbe las pretensiones de “Alito” y entonces aparecer como un “salvador” emergente. Es concluyente que el largo periodo durante el cual el PRI ejerció el poder lo ha desgastado, ese proceso ha sido acelerado por el fuerte torpedeo devenido desde el gobierno cuatroteista y de MC haciéndolo parecer como el instaurador de la corrupción en México, como el partido a través del cual se fraguó la “Dictadura Perfecta” y la Presidencia Imperial. Se evade recordar que del PRI se nutrió el PRD y este partido se trasvasó a Morena; que Movimiento Ciudadano y el Verde Ecologista incorporan en sus filas a reconocidos expriistas que por no recibir lo que suponen sus merecidas canonjías migraron a esos partidos. Aunado a esa patología, en la actualidad al PRI ya no le favorecen las circunstancias, son muy otras a cuando gozó de poder hegemónico y si a ese diagnostico agregamos el sobrepeso desgastante provocado por Alejandro Moreno es relativamente fácil deducir que su ocaso no está muy distante. “Así pasa la gloria en este mundo”, decían en la Roma clásica.