En una muy detenida e interesante reflexión sobre la metodología apropiada para formar un nuevo partido político, el exprocurador General de Justicia Ignacio Morales Lechuga sugiere iniciar ese proyecto con la integración de partidos políticos locales, y a partir de esa instancia organizar un partido de índole nacional, “de la periferia al centro” sería la idea medular de esa propuesta: “Estos nuevos actores políticos deben emanar de la periferia hacia el centro, para retomar y fortalecer la olvidada configuración del Pacto Federal y la esencia del federalismo. Ello implica que cada entidad comience por gestar partidos locales que representen auténticos intereses sociales en cada uno de los 32 estados, y así avanzar hacia la conformación de una bien articulada alianza nacional”. Visto en retrospectiva, ese lúcido planteamiento de Morales Lechuga nos traslada a los tiempos de la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), cuyo primer intento fue el de agrupar en una organización política nacional la suma de todas las fuerzas locales coincidentes con el ideario revolucionario de 1910, así se convocó a la unidad nacional para hacer de México “un país de instituciones” y dejar atrás la era de “los hombres fuertes”, es decir, el caudillismo y los cacicazgos. “Existe una enorme necesidad de que surjan nuevos partidos políticos que impulsen una verdadera estructura republicana y se aparten de la típica fórmula centralista”, señala Morales Lechuga, siguiendo su lógica, las circunstancias actuales exigen el despliegue político de la provincia hacia el centro, guardadas las debidas proporciones por las particularidades prevalecientes en cada una de las partes federativas: “Ello implica que cada entidad comience por gestar partidos locales que representen auténticos intereses sociales en cada uno de los 32 estados, y así avanzar hacia la conformación de una bien articulada alianza nacional”. Es decir, que cada una de las partes se sienta representada, escuchada y atendida como fuerza integrante de un todo. El pragmatismo político, las circunstancias y la normatividad electoral vigente son factores de vital protagonismo e imponen condiciones en el proceso para crear nuevos partidos políticos; en nuestro país la Ley General de Partidos Políticos establece entre otros requisitos “notificar al INE en enero siguiente al de la elección presidencial sobre la intención de crear un partido político”, es decir, el calendario ya es de corto plazo, luego entonces quienes se esfuerzan por crear un nuevo partido deben acelerar sus acciones para concretar con éxito ese propósito. A nivel estatal, en Veracruz, quienes ensayan la creación de un partido estatal encuentran campo fértil porque las opciones existentes han perdido capacidad de convocatoria y credibilidad por lo cual pudieran contar con la solidaridad de organizaciones políticas ya existentes y con las que haya afinidad de propósitos acelerar el impulso de la nueva organización. Entre los fines prioritarios del potencial partido político debe destacar la lucha por alcanzar el poder, un fin consustancial a su razón de ser, y para consolidar su objetivo debe “construir ciudadanía”, como bien señala Morales Lechuga, porque crear “pueblo político”, es decir, ciudadanía participable, es condición sine qua non para alcanzar la madurez ciudadana que nos permita avanzar hacia mejores estadios de nuestra evolución política. No es ocultable que en estas primeras décadas del siglo XXI, si bien en México hemos transitado ya por tres alternancias presidenciales, los signos que se advierten parecen señalar hacia una restauración de viejas prácticas políticas con escenarios semejantes a los de la era de la hegemonía priista, eso configura un espectáculo nada deseable.