El desarrollo social y el crecimiento económico son pilares fundamentales para el progreso y prosperidad de una nación. Estos encuentran en el avance tecnológico, el conocimiento científico y el potencial de la innovación, palancas para generar cambios significativos que impulsen mejoras en el bienestar humano. La sociedad del conocimiento abre nuevas rutas y traza mapas de desarrollo y avance para los países. Ejemplo de esto son Corea del Sur, Finlandia, China, India, entre otros, que han alcanzado altos niveles de desarrollo en tan sólo tres o cuatro décadas con alto grado de industrialización, exportación, crecimiento sostenido y mejoras de bienestar social. Estos logros han dado lugar a dinámicas sociales y economías basadas en el conocimiento.
La creación del Conacyt el 29 de diciembre de 1970 marcó el inicio de una política general de desarrollo organizada en torno a la ciencia y tecnología. Actualmente, el Conahcyt es la institución encargada de promover el avance de la investigación científica, así como la innovación, el desarrollo y la modernización tecnológica en México. Sin embargo, la inversión en investigación y desarrollo tecnológico sigue siendo considerablemente baja. De acuerdo con el Quinto Informe de Gobierno, en 2021 se destinó sólo el 0.28 por ciento del PIB nacional en ese rubro, en comparación con países como Estados Unidos (3.46%), Alemania (3.1%) y Japón (3.3%). La recomendación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para los países pertenecientes a ese organismo es que se destine al menos el 1% de su PIB a estas áreas. Como referente comparativo en América Latina, Brasil alcanza un 1.17% de inversión de su PIB en tecnología, ciencia e innovación (TCI), mientras que naciones de primer mundo observan niveles de inversión entre el 2 al 4% en el grupo de las 15 economías más importantes del mundo al que pertenece nuestro país.
En México, es fundamental incrementar y robustecer la inversión en TCI. La cooperación internacional y la vinculación entre academia e industria son factores clave para lograr y sostener niveles de competitividad, innovación y desarrollo tecnológico a escala global. En este sentido, es imperativo invertir en educación, particularmente en disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), para asegurar el progreso futuro del país. Otro aspecto es cerrar la brecha de género, especialmente en el ámbito de STEM, donde según datos de la UNESCO, menos del 30% de quienes se dedican a la investigación en América Latina y el Caribe son mujeres, y solo un tercio del mercado laboral en estas áreas, está ocupada por ellas. En México, apenas el 38% de los estudiantes de carreras STEM a nivel superior, son mujeres.
Ante este panorama, surge la interrogante ¿Es conveniente y viable la creación de una Secretaría de Estado que articule las funciones de la educación superior con el sector de investigación, desarrollo tecnológico e innovación? La expectativa es que esta idea genere cambios profundos, estructurales y presupuestales acordes a lo que requiere el país para avanzar en la solución de los grandes problemas nacionales, pero también para lograr una economía basada en el conocimiento, la investigación, la innovación y la transferencia de conocimiento.
En el documento titulado “100 pasos para la Transformación”, que sirve de hoja de ruta para el proyecto de la presidenta electa, se incluye un apartado dedicado a Ciencia e Innovación Tecnológica. Este apartado establece diversas propuestas y acciones de gobierno, entre las que destacan:
- La promoción del desarrollo científico, tecnológico y la innovación en ciencias vinculadas con áreas prioritarias y sectores estratégicos.
- El aumento del presupuesto destinado a la ciencia y al desarrollo tecnológico
- La creación de un programa nacional de apoyo y transferencia de conocimiento para aprovechar la relocalización de industrias tecnológicas internacionales en sectores como Aeronáutica, Automotriz, Marítima y Semiconductores y Tecnologías para la Seguridad.
- La oferta de becas de posgrado, tanto nacionales como internacionales, con el objetivo de fortalecer las capacidades del país en CTI y disminuir la dependencia tecnológica
- Impulso y consolidación de polos de desarrollo basados en conocimiento científico, desarrollo tecnológico e innovación, que promueva la creación de empresas de base tecnológica, generación de empleos y mejora de los niveles de bienestar, con un enfoque regional y nacional.
El documento menciona además que será importante “la participación del sector académico, público y los sectores social y privado para desarrollar investigación y aplicación de conocimientos en las áreas estratégicas acordadas”.
A la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación le aguardan desafíos significativos. Se espera que la coordinación, vinculación y apoyo entre la academia y el sector empresarial contribuyan a alcanzar los objetivos planteados. Esperemos que, en los próximos años, la tecnología, la ciencia y la innovación recobren su posición estratégica como motores del desarrollo nacional. Corresponde a la academia, las empresas y a la sociedad en su conjunto brindar apoyo y contribuir en esta nueva perspectiva.
Ideario en Perspectiva
El viernes pasado quedará en la historia como el día del retroceso político y democrático que atentó contra el pluralismo. La decisión de menos de 30 personas refuerza la teoría sobre la estupidez de Dietrich Bonhoeffer y recobra vigencia el proverbio que dice “El poder, marea a los inteligentes, pero a los tontos, los enloquece”.