Desde el Café
Acoso y paciencia, es el título (sugerido por este servidor) del libro que podría escribir Claudia Sheinbaum dentro de seis años, cuando recuerde el acorralamiento al que la sometió Andrés Manuel López Obrador los últimos meses de su gobierno.
El tabasqueño es el vivo ejemplo del tipo perturbado, posesivo, celoso e inseguro que teme una traición de su pareja, de ahí que se haya convertido en la sombra de su sucesora. (Como un duende yo sigo tus pasos, para ver si tan solo eres mía o repartes tu amor en pedazos).
No contento con eso y para poner a prueba su lealtad y sumisión, la ha obligado a aplaudir y apoyar sus disparates como la reforma al Poder Judicial y a descalificar las protestas de ministros, jueces y trabajadores.
La carta donde da a conocer las razones para no invitar al rey de España a su toma de posesión, no salió de su oficina. Fue escrita en Palacio Nacional y López Obrador se la envió simplemente para que la avalara y justificara la majadería ante los reporteros.
Como el marido que le exige a su mujer limpiar y ordenar la casa que dejó batida tras una borrachera con sus cuates, Andrés Manuel se va dejando al país hecho un asco, pero ha conminado a Claudia a que lo ponga en pie. Y ésta tendrá que lidiar con sainetes que no compró con Estados Unidos, Canadá, Perú, Argentina y España. Con la furia de los padres de los 43 de Ayotzinapa, con las madres de los desaparecidos, con un México con casi 200 mil asesinatos y más de 2 mil masacres. Y hasta con los dueños de un edificio en Veracruz que él no pudo tirar, pero que le ordenó que lo borre del mapa jarocho.
Igual al psicópata que se solaza diciéndole a su pareja que pronto se largará de su vida para que viva en santa paz, pero nunca se va, el tabasqueño ha dicho en reiteradas ocasiones que se va, cuando no tiene la menor intención de hacerlo. Y esa mentira la ha llevado de extremo a extremo.
Primero dijo que se iría a su rancho a ponerse a escribir; que se abstendría de viajar a la Ciudad de México; que no daría entrevistas, no haría declaraciones y no intervendría en asuntos del próximo gobierno. Luego que sí se dará sus vueltecitas ocasionales por la CDMX. Y ayer salió con que siempre no se va; se quedará “unos días” para “aclimatarse”.
¿Aclimatarse? Vaya absurdo.
Andrés Manuel no quiere irse y menos estar lejos de Claudia porque Claudia es su hechura, su creación y él es su arquitecto. Para que se entienda bien; Claudia es de su propiedad y Claudia es de él porque así lo cree y así lo piensa.
Así como hay mujeres que sufren de violencia familiar, Claudia está sufriendo de violencia presidencial por un sujeto que la ha acosado, hostigado y humillado hasta rayar en el pecado y que no la quiere soltar. Y la señora ha aguantado los embates con heroico estoicismo.
Hay mujeres que soportan toda su vida ese brutal yugo. Hay quienes se desembarazan de él denunciando al agresor o contestando cada golpe recibido. En estos momentos Claudia no está en condiciones de denunciar y mucho menos de golpear. Lo único que puede hacer es seguir apelando a su espartana paciencia.
Ya sólo faltan noventa y seis horas para que se tercie la banda presidencial y solo unos días más para comenzar a ver el rumbo que tomará su gobierno.
Y algo barrunta Andrés Manuel donde últimamente ha machacado que Claudia es una mujer inteligente, noble y agradecida… noble y agradecida… noble y agradecida.
Creo que agradecidos se sentirán millones de mexicanos si su presidenta se desembaraza del tabasqueño.
En lo personal, quiero pensar que una mujer de su inteligencia y que no olvida agravios, se negará a aceptar el papel de comparsa de un sujeto perturbado, arbitrario, sectario y obtuso, por mucho que le deba la presidencia.
Pero eso ai se verá.