El sistema penitenciario mundial enfrenta importantes retos que deben abordarse para adaptarse a los nuevos tiempos y contextos sociales. Las cárceles, construidas hace décadas, fueron adaptadas a modelos e infraestructuras que hoy resultan inadecuadas para cumplir los objetivos de respeto a los derechos humanos, reinserción social, custodia y asistencia social. Por eso, la modernización del sector penitenciario debe buscar transformase en sistemas con estructuras más humanas, eficientes, que incorporen enfoques innovadores para mejorar las condiciones de vida de las personas privadas de libertad y optimizar la gestión penitenciaria.
De acuerdo con World Prison Brief, en las dos últimas décadas, la población carcelaria mundial ha crecido a un ritmo del 24%. Como resultado, el 59% de los sistemas penitenciarios superan su capacidad. Por esta razón, contar con infraestructuras adecuadas y pertinentes es fundamental para aspirar a tener un sistema penitenciario moderno. Es necesario invertir en instalaciones con arquitecturas que, además de garantizar la seguridad, contemplen la rehabilitación y utilicen tecnologías modernas para que desde un enfoque integral de la gestión y la intervención con las personas convictas apoyen a su rehabilitación y re inserción social.
Asimismo, se requiere que los profesionales penitenciarios trabajen de forma más integrada e interdisciplinaria para mejorar sus funciones a través de estructuras de equipos multidisciplinares y se les dote de una mejor formación continua en competencias y capacidades necesarias para poder ser eficaces en sus funciones. Esta formación debe favorecer la alfabetización tecnológica y centrarse en enfoques de rehabilitación del ser humano. Además, es esencial establecer mecanismos de evaluación y seguimiento para medir el impacto de estas iniciativas y ajustarlas según sea necesario. Contar con personal especializado y profesional es la clave más importante de un sistema penitenciario que responda a las necesidades actuales.
La disrupción digital también juega un papel crucial en la modernización del sector penitenciario. Tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y el Internet de las Cosas (IoT) se pueden aprovechar para mejorar la seguridad y la gestión de las prisiones. La implementación de sistemas de monitoreo basados en IA pueden permitir una vigilancia más eficiente y la detección temprana de comportamientos inusuales. Digitalización de los registros y la implementación de plataformas educativas en línea que faciliten el acceso a la educación y la formación profesional. Además, la realidad virtual y aumentada ofrece entrenamientos y capacitaciones laborales a los reclusos, como alternativa a los modelos presenciales para mejorar las oportunidades de reinserción social y reducir las tasas de reincidencia.
Otra posibilidad existe con la probabilidad de cumplir condenas usando dispositivos de monitoreo a distancia, aprovechando los adelantos en geolocalización, comunicación y análisis de datos. Esto representaría ahorros de recursos público para el país, recursos que podrían reinvertirse en programas de reinserción, generando beneficios económicos y sociales a largo plazo.
Un ejemplo destacado de cómo la digitalización y el uso de IA están revolucionando los sistemas penitenciarios lo encontramos en Hämeenlinna, Finlandia. Este centro de reclusión utiliza varias aplicaciones tecnológicas como dispositivos en celdas (PriSec) que permiten a los reclusos comunicarse, gestionar tareas dentro de la prisión y realizar videovisitas con familiares. Las Videoconferencias son utilizadas para mantener el contacto con el exterior, permitiendo a las ONG y otros socios colaborar en la rehabilitación de los reclusos. La IA se aprovecha para actividades de aprendizaje y práctica dentro de la prisión, mejorando la personalización de los programas de rehabilitación. Además, la realidad virtual se emplea para la rehabilitación de personas toxicómanas, gestionando la ansiedad, la agresión y asistiendo en las prácticas de rehabilitación y terapia psicológica. Estas aplicaciones subrayan los beneficios significativos de del uso de tecnología en la modernización de los sistemas penitenciarios.
Sin embargo, el uso de tecnologías emergentes presenta varios retos importantes. Entre ellos destacan la seguridad y la privacidad. Es necesario garantizar que estos sistemas sean resistentes a ciberataques y que se respeten los derechos de los internos. También, el uso de etas tecnologías plantea dilemas éticos. Es necesario establecer regulaciones claras para prevenir abusos y garantizar un trato justo. Esto requiere una planificación estratégica y una visión clara sobre los objetivos para aprovechar al máximo las ventajas de estas tecnologías mientras se reducen sus riesgos.
La modernización del sector penitenciario requiere un enfoque multifacético que combine estrategias integrales e innovadoras y promueva modelos humanitarios. Estas estrategias deben impulsar políticas centradas en la resocialización y la reducción de la reincidencia. Otro desafío adicional es cambiar paradigmas y esquemas mentales, tanto de autoridades como de la sociedad. Aún predomina la noción de que las prisiones deben ser solo de castigo y no de reinserción. Estos retos requieren una planificación estratégica y una visión clara del futuro del sistema penitenciario para aprovechar al máximo las ventajas de las tecnologías emergentes mientras se mitigan sus riesgos. Las alianzas público-privadas puede ser clave para desarrollar y financiar estos programas.
La modernización del sector penitenciario es una necesidad para adaptarlo a los tiempos actuales y hacerlo más efectivo en la reducción de la criminalidad. El éxito dependerá de vislumbrar a las cárceles como centros de cambio social más que de castigo, y de la voluntad política y los recursos que se asignen para concretar modelos basados en datos y derechos.
Ideario en Perspectiva
Nadie puede decirse sorprendido ante los eventos recientes. Dos declaraciones emblemáticas anticipaban este escenario: “Al diablo con sus instituciones” y “No me vengan con el cuento de que la ley es ley”. Ambas frases comparten un patrón que las vincula y las hace complementarias.