Expresión Ciudadana
Carlos A. Luna Escudero
Según el INEGI, el rezago educativo se refiere a la condición de atraso en el que se encuentran las personas que no tienen el nivel educativo que se considera básico dentro de los límites de edad. Así, la población de 15 años y más sin completar primaria o secundaria se incluye en este concepto.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) emplea el término para denotar la falta de acceso a la escuela, la deserción y la no terminación del ciclo obligatorio de primaria y secundaria, manifestándose en índices de analfabetismo y eficiencia terminal, concentrados sobre todo en las poblaciones rurales e indígenas.
Un estudio del 31 de diciembre de 2023 del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), señala que en México, aproximadamente 27.5 millones de personas de 15 años y más se encuentran en rezago educativo (el 27.9% de la población total), es decir, no han concluido su educación primaria o secundaria. De ellos, 4.1 millones no sabe leer ni escribir, lo que representa un 4.2% de la población de este grupo.
A nivel nacional, 15.6 millones de personas no han concluido la secundaria, y 7.7 millones no han terminado sus estudios de primaria.
En el estado de Veracruz, el INEA reporta 488,546 personas en estado de analfabetismo, el 7.8% de la población estatal. Esto coloca a Veracruz en el primer lugar nacional en número de personas que no saben leer ni escribir.
Si bien esta cifra se ha reducido muy poco en años recientes, los expertos en educación reconocen que cerca de medio millón de veracruzanos analfabetas sigue siendo una cifra alarmantemente alta. Además, el 38.0% de la población total de Veracruz se encuentra en rezago educativo, un porcentaje que coloca al estado entre los más afectados del país en este rubro, ya que es segundo lugar nacional en cuanto al número de personas en rezago y en el quinto lugar en cuanto a porcentaje.
En cuanto a los niveles de estudios incompletos, 777,472 personas en Veracruz no han terminado la primaria, representando un 12.3% de la población estatal y el 10% a nivel nacional ocupando el segundo lugar entre todas las entidades del país, mientras que 1,131,041 personas no han concluido la secundaria, representando un 17.9% a nivel estatal que representa a nivel nacional el 7.2%, ocupando también el segundo lugar y siendo superado únicamente por el estado de México.
En cuanto a los tres rubros que se miden para cuantificar el rezago educativo, se tiene que del último informe del INEA del 21 de diciembre del 2021 al 31 de diciembre del 2023 sólo se pudieron alfabetizar a 14,909 personas al pasar de 503,454 a 488 546 ciudadanos. Lo que habla de las terribles ineficiencias del IVEA.
En cuanto a las personas sin terminar primaria los números reflejan que solamente lograron terminarla 17,880 jóvenes al disminuir de 795,352 a 777,472 personas que lograron concluirla. Es decir, sólo se tuvo un avance del 9.7% en este concepto.
Por lo que se refiere a la secundaria sin concluir, el mismo INEA indica que a nivel estatal había en diciembre del 2022, 1,634,000 personas en esa situación y al 2023 disminuyó sensiblemente a 1,131.041, lo que representa que lograron concluir sus estudios en este rubro 502,959 veracruzanos.
Es por lo anterior y por su complejidad, que no es posible abordar este problema desde una sola perspectiva, ni apuntar su origen a un único agente educativo. Existen estudios que abordan el origen del rezago educativo a partir del Estado (Latapí, 1995; Muñoz-Izquierdo, 2009; Schmelkes, 2014).
Estos autores señalan como causas primarias del mismo la incapacidad de éste para proveer una educación de calidad; la imposibilidad de cubrir la totalidad de la demanda; el implementar instrumentos de selección que niegan a la población en edad escolar la oportunidad de realizar sus estudios.
Otras investigaciones plantean que la escuela es fuente generadora del rezago educativo por la composición social, la gestión escolar, las prácticas de enseñanza, la formación docente, la normatividad, el ambiente, la infraestructura, el sector institucional y el currículum, así como las medidas específicas dirigidas a los alumnos en riesgo (Román, 2009; Rumberger, 2001).
También existen escritos que ponen la mirada sobre el alumno, responsabilizándolo de su condición de atraso escolar (Mena, Fernández y Riviére, 2010); así, la inteligencia, los genes y los dones (Kaplan, 2005), el mérito y el talento de los individuos según los criterios del sistema educativo (Dubet, 2005) serán los responsables del éxito o el fracaso escolar, donde sólo “los mejores y los más brillantes son los que triunfan, mientras que los inferiores fracasan debido a su propia naturaleza” (Kaplan, 2005, p. 79).
De forma general, el término de rezago educativo denota una condición de atraso, de abandono de los estudios o de no conclusión de los mismos en los tiempos establecidos para un nivel educativo. Es importante aclarar que no todos los tipos de alejamiento de la escuela ni todos los modelos de abandono deben ser considerados como rezago educativo, puesto que no hay una forma única de concebir a éste.
El rezago educativo tiene una doble dimensión, pues es producto tanto de causas individuales como colectivas. El abandono escolar –en un primer momento– no responde a una decisión individual. Es el efecto de las fuerzas o funciones que ejercen el Estado, la escuela y el currículo, la familia y las características del propio alumno, quienes lo colocan en un papel de rezagado.
Los cuatro agentes: Estado, familia, escuela y sujeto-alumno, contribuyen al origen del rezago educativo. Estos cuatro agentes producen desde el interior del sistema, ciertos factores que fertilizan, generan y acumulan el rezago educativo en el país.
El Estado, según Muñoz-Izquierdo (2009), origina el rezago educativo por: las bajas inversiones destinadas al financiamiento de la educación pública; las reformas educativas diseñadas para responder a los intereses económicos y políticos de los grupos de poder; la pertinencia de la oferta educativa que depende de la capacidad de negociación que tienen los diversos grupos sociales frente al sistema político; la ampliación de la matrícula y la cobertura sin la dotación proporcional de recursos financieros a las instituciones escolares, y el desgaste del cuerpo magisterial con la implementación de nuevos modelos educativos y la derogación de leyes que se presentan cada sexenio.
La escuela y el currículo conllevan al rezago educativo al: establecer mecanismos de selección y fragmentación del currículo (Rossano, 2006); imponer evaluaciones estandarizadas y no diversificadas a las que el alumnado “tiene que someterse, por las buenas o por las malas”, así como prácticas que lo ‘expulsan’ de la escuela (Perrenoud, 2008); disponer la estructura y los contenidos curriculares como mecanismos de selección y fabricación de los juicios de excelencia (Perrenoud, 2008).
La familia es raíz del rezago educativo puesto que: determina la herencia cultural a partir del nivel educativo alcanzado por los padres o tutores y hermanos mayores; la situación socioeconómica familiar, que puede obstaculizar la adquisición de bienes culturales y herramientas para el aprendizaje como libros, diccionarios, computadoras y acceso a internet; provoca el logro o el fracaso escolar por el apoyo brindado o no a los miembros de la familia para la continuación de sus estudios y porque las características del entorno familiar influyen en el rendimiento escolar de los estudiantes, de acuerdo al tipo de relaciones que existan entre los miembros, principalmente, con los padres (Bracho, 1990).
El estudiante contribuye al rezago educativo desde la: particularidad de su inteligencia o talento; esfuerzo, perseverancia, resiliencia, manejo de emociones y conflictos, entre otras; capacidad de adaptación, experimentación, movilización y resistencia a procesos nuevos y la forma de enfrentar los problemas frente al colectivo; baja autoestima y poca confianza por alcanzar logros académicos; necesidad de reconocimiento por parte del ‘otro’ y su relación con el grupo de pares (Arango, 2006) y por la confrontación con la autoridad escolar y familiar.
El rezago educativo puede ser un ciclo sin fin si los agentes que lo generan no analizan con detenimiento las acciones con las cuales pueden evitar su alto crecimiento. La acción primaria le corresponde obviamente al Estado por ser el que regula y dicta la normatividad y la política educativa.
El rezago educativo es un problema estructural que permea todas las formas en que nos relacionamos, por lo que debe ser prioridad que se resuelva tan pronto como sea posible, debe ser compromiso de todos los que participamos en el proceso educativo.