Es verdad de Pero Grullo la sentencia relativa a la mengua del posicionamiento público de quienes ejercen el poder por largos periodos, así sucedió con los gobiernos priistas y panistas, y así pudiera repetirse con MORENA ahora que gobierna la república y en 24 entidades federativas. Porque aparte de la insuficiencia de recursos para atender las crecientes exigencias sociales estas se acumulan con mayor celeridad a la que se cumplen los satisfactores. Es la pauta que consiste en que quien ejerce el poder está obligado a atender las demandas de los diferentes sectores de la población gobernada y de no satisfacerlas su condición privilegiada sufre deterioro. Acostumbramos a referirnos al “voto de castigo” cuando un gobierno no alcanza a atender con suficiencia las exigencias de la población, sin embargo, esa tesis no siempre se refleja en el resultado electoral, de otra manera, por caso, en la elección federal pasada MORENA no hubiera obtenido la ventaja en votos para conservar el poder, lo pudimos comprobar durante la era priista. O sea, no siempre un mal gobierno está en desventaja electoral. Sobre el por qué de esa relativa incongruencia existen ya acuciosos análisis.
Las limitaciones de espacio impiden abordar el tema relativo al por qué un partido en el gobierno a causa de su pésima gestión conserva la confianza ciudadana. MORENA la tiene actualmente, gracias a una mayoría de votantes esperanzados en mejoras sociales este partido conserva el respaldo electoral. Porque obviamente existen otros factores de importancia, entre otros figura la incapacidad de los opositores para engarzar un discurso convincente sobre la existencia de una mejor opción. Existen razones para ese impedimento, entre otras la decepción ocasionada por una larga permanencia en el poder de partidos que no lograron proveer de bienestar al sector más numeroso y desprotegido de la población. Ese entorno fue perfectamente cultivado por MORENA que una vez gobierno cooptó a la población desprotegida con programas sociales aprovisionados de recursos financieros de fuente muy precaria y de sostenimiento muy difícil a largo plazo. Es decir, la fortaleza del actual partido en el gobierno se sostiene sobre bases perecederas que no garantizan una larga hegemonía. Corresponde a las fuerzas opositoras el convencimiento de esa circunstancia, tarea muy difícil porque la población a convencer solo atiende a su realidad inmediata, pero en eso consiste el arte de la política.