lunes, febrero 10, 2025

La Otra Cara de la Prosperidad: La Pobreza en México

Expresión Ciudadana
Carlos A. Luna Escudero

Al tercer trimestre de 2024, el panorama económico de México sigue enfrentando retos profundos. Detrás de los discursos optimistas sobre la recuperación económica tras la pandemia, subsisten realidades que requieren atención urgente: la pobreza generalizada.

La pobreza sigue siendo uno de los principales desafíos sociales y económicos en México, afectando a una parte significativa de la población. La Secretaría del Bienestar indica que más del 50% vive en condición de pobreza general. Estas cifras evidencian una crisis silenciosa que amenaza el desarrollo del país.

Aunque ha habido algunos avances en ciertas regiones, las disparidades entre estados persisten, con el sur y sureste del país siendo las zonas más afectadas. La inflación y la precariedad laboral han agravado esta situación, limitando las posibilidades de muchas familias para mejorar su calidad de vida.

¿Cómo es posible que en un país que presume estabilidad macroeconómica, tantos millones de personas sigan sin cubrir sus necesidades básicas? Un informe conjunto de UNICEF y CONEVAL sobre pobreza infantil y adolescente en 2022 revela que el 45.8% de los menores de edad en México están en pobreza, con un 9.9% en pobreza extrema. Esta situación limita gravemente el desarrollo de futuras generaciones.

Esta situación desmiente la idea de la meritocracia. Nacer en un hogar pobre en México es equivalente a lanzar una moneda al aire: las probabilidades de superar esta condición son alarmantemente bajas.

Los factores estructurales, como el acceso desigual a la educación y la salud, perpetúan esta desigualdad.

El informe del CONEVAL correspondiente al tercer trimestre de 2024 revela lo siguiente:

  • El 64.6% de la población nacional no tiene ingresos suficientes para cubrir sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
  • En Chiapas, más del 80% de la población no puede cubrir esta canasta básica.

En Veracruz, el panorama es especialmente preocupante. Según los datos recientes del CONEVAL, nuestra entidad se posiciona como uno de los estados con mayor índice de pobreza en el país.

En Veracruz, más del 60% de la población vive en condiciones de pobreza. Esto incluye carencias en aspectos básicos como alimentación, acceso a servicios de salud, educación y seguridad social. Las zonas rurales del estado presentan los índices más elevados, donde muchas comunidades enfrentan dificultades para acceder a infraestructura básica y oportunidades laborales dignas. La Secretaría del Bienestar reveló que el 51.7% de la población de Veracruz vive en pobreza, de los cuales el 13.1% está en pobreza extrema. Esto implica que más de un millón de veracruzanos carecen de lo más básico para subsistir, lo cual representa un gran reto para las políticas sociales de la entidad.

Este reciente informe vuelve a poner bajo los reflectores la alarmante situación social de Veracruz. Si bien esta realidad ya resulta preocupante, la situación de los niños y adolescentes en el estado merece especial atención.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes (SIPPINA), Veracruz es uno de los estados con mayor índice de reclutamiento de menores por el crimen organizado. Los factores detrás de esta problemática son claros: pobreza, falta de oportunidades, escasa educación y, en muchos casos, la orfandad.

Las cifras no mienten. Hay más de 2 millones de veracruzanos vulnerables por carencias sociales, y cerca de medio millón por insuficiencia de ingresos. Estos datos reflejan una sociedad fracturada en la que más de 850 mil personas tienen baja o nula accesibilidad a caminos pavimentados, lo que incrementa su aislamiento y limita el acceso a servicios básicos.

Mientras tanto, solo un 15.6% de la población se encuentra en la categoría de “no pobres y no vulnerables”, mostrando una desigualdad que exige acciones urgentes. La falta de alternativas para los menores los convierte en presa fácil para el crimen organizado, donde son usados como «halcones» o avanzada para explorar territorio.

El panorama es sombrío, pero no irremediable. Sin embargo, hay que reconocer que el cambio no depende exclusivamente de medidas legislativas, sino de la transformación de las condiciones sociales de las comunidades.

El desafío está planteado: mientras no se logre una estrategia integral que involucre a los sectores gubernamentales, educativos y de derechos humanos, la infancia veracruzana seguirá atrapada entre la marginación y la violencia. La pobreza no solo es una estadística, sino una trampa de la que debemos rescatar a nuestras futuras generaciones.

Para enfrentar la pobreza, tanto en Veracruz como en México, es fundamental impulsar políticas públicas que promuevan el desarrollo económico, mejoren la educación y garanticen el acceso a servicios básicos.

La inversión en infraestructura, el apoyo a la producción local y la capacitación laboral son medidas clave para combatir esta problemática.

Las transferencias monetarias de los programas sociales y las remesas, han mitigado algunos síntomas de la pobreza, pero no atacan sus causas profundas. Expertos del CONEVAL subrayan que se requiere una estrategia integral que garantice educación de calidad, acceso a servicios de salud y un sistema nacional de cuidados.

El compromiso de las autoridades, junto con la participación activa de la sociedad, es indispensable para construir un futuro más justo y próspero para todos. No podemos seguir siendo indiferentes ante esta realidad.

La pobreza no es solo una estadística; es una condena que limita el potencial de millones de mexicanos. Como sociedad, debemos exigir a nuestros gobernantes que prioricen la inversión en la primera infancia y el desarrollo económico inclusivo. Solo así podremos aspirar a un país donde nadie se quede atrás.

otros columnistas