Para todo sistema democrático la participación de partidos políticos es consustancial a su existencia porque a su través se cotejan procesos donde la ciudadanía encuentra oportunidad para decidir a voluntad quién los representa y quién los gobierna. En México proliferan los partidos políticos, habrá quién sostenga lo positivo de esa variedad calificándola de cabal “pluralidad”, otros denegarán esa opinión en base al “estratégico” proceder desde los gobiernos para crear partidos políticos con afán de dispersar el voto opositor, tesis bastante comprobable en nuestro contexto. Es decir, una gran variedad de partidos no necesariamente refleja una pluralidad ideológica, suponiendo incluso, que sea la ideología y no el pragmatismo lo que orienta la actividad de los partidos políticos. En el decurso de nuestra evolución política hemos podido atestiguar cómo fueron creados partidos políticos al margen de su contenido ideológico: en 1954 se creó el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana en concesión a generales supervivientes de la Revolución Mexicana (en 19 años fue dirigido por los generales Jacinto B. Treviño y Juan Barragán González), siempre fue considerado como un partido paraestatal. Otro partido de índole paraestatal fue el Partido Popular Socialista, fundado por Lombardo Toledano en 1948,también fue considerado como un partido paraestatal en base a los servicios que prestaba al gobierno desde su posición esquemáticamente de “izquierda”. En la actualidad esa calificación pudiera asignársele al Verde Ecologista y al Pt pues actúan como rémoras aprovechando las sobras del pastel político repartido por MORENA, el partido del gobierno.
Entre otras causas ese contexto es decepcionante para la ciudadanía, para disolverlo el constituyente permanente creó candidaturas independientes, es decir, al margen de partidos políticos; solo que al configurar esas candidaturas, previendo una participación posiblemente competitiva, el legislador atendiendo la consigna partidista estableció requisitos difíciles de confeccionar para lograr una candidatura apartidista, de igual manera no equiparó a las prerrogativas partidistas los recursos asignados a los candidatos independientes, de esta manera desalentó buscarlas como opción para una ciudadanía cansada ya de una partidocracia costosa y muy pragmática, ajena a los requerimientos ciudadanos. En el actual proceso electoral veracruzano una treintena de ciudadanos presentó solicitud de registro, pocos de ellos completamente, pero tienen hasta el 21 de febrero para lograr el respaldo ciudadano, o sea el 3 por ciento de los electores de cada municipio, y así lograr la candidatura independiente. Cuántos obtendrán la oportunidad, lo ignoramos, pero aun lográndolo serán muy pocos quienes siendo independientes consigan competir con las fuerzas partidistas, obviamente algunos cuentan con apoyo paraestatal ninguna duda cabe. Ciudadanos como Eduardo de la Torre Jaramillo y Johnny Archer han hecho gran promoción de sus intentos por conseguir su candidatura, será una proeza si lo consiguen, no mucho menor si ganan la oportunidad de competir. Así es nuestra democracia de deficiente, más aún cuando opera en un entorno de ciudadanía poco participativa y poco informada.