Ninguna sorpresa. Gobernar no ha sido fácil y ahora menos que nunca. La geopolítica del mundo como tsunami brutal. El país y Veracruz, cada vez más pintados de sangre; desapariciones y exterminio (aunque les duela); las finanzas públicas en quiebra absoluta, sin lana ni para un chesco, algunos dicen que ya es plena y grave la recesión; la demagogia sigue, las ocurrencias crecen; las consecuencias de la destrucción del aparato judicial que cede paso a la autocracia; por ende, el fin de la democracia representativa; las pugnas de las tribus caquistocráticas, que no son por ideas ni principios sino por el botín, como los mil millones del senado, como las candidaturas aquí. Veracruz no aguanta otros seis años de no gobierno, y menos aún sin la protección del «detente» del Mesías Macuspano. Todo apunta a que los problemas crecerán, exponencialmente. Una tragedia. Muchos, muchos, de los recién llegados empezarán a tener problemas familiares, el nuevo eufemismo para cesarlos. Malos augurios. Adiós amiga.