Manuel Zepeda Ramos
No solo fue el concierto de hace unas horas.
Van muchos días y varios meses que se celebran los homenajes. Tantos, que el sábado 29 de marzo concluyó el VII Ciclo de Guitarra que lleva su nombre.
Este último concierto -como todos los demás en donde participaron sus alumnos y alumnos de sus alumnos-, también reúne elementos que lo hace significativo: El del 29 de marzo fue con un alumno que, como él, también ya fue director de la facultad de música y también, como el homenajeado, director general del Área de Artes. Alumno y maestro, el sábado pasado en comunión musical, ya han estado al frente de las instancias universitarias más significativas en nuestra gran Casa, en cuanto a la formación artística en Veracruz, para todos los mexicanos que lo deseen y pasen el examen de admisión. Este suceso, para un servidor de ustedes lectores respetados, me llena de optimismo para poder reiterar lo que tantas veces he dicho, que la Universidad Veracruzana sigue cumpliendo con su derrotero encomendado: formar profesionales de calidad, al servició de Veracruz y de México.
Estoy hablando de Enrique Velasco del Valle, el gran homenajeado, y de su alumno, Rafael Enrique Salmerón Córdova, tocando al lado de su maestro.
A sala llena, los asistentes a la Casa de doña Falla pudimos observar, no obstante poseer las enormes tablas adquiridas por Enrique Velasco del Valle en su paso de muchos años productivos por los escenarios del Mundo -de ese tamaño-, pudimos observar, digo, a un artista emocionado al máximo repitiendo la experiencia de cientos, quizá miles, de conciertos ofrecidos en Veracruz, México y el Planeta.
El maestro Velasco inició el concierto con algunas piezas que lo han marcado a lo largo de su vida profesional, tocando con su alumno Salmerón:
Abrieron el concierto el Maestro Velasco y el maestro Salmerón, con La Zandunga, de compositor mexicano anónimo, para seguir con Gimnopedia No. 1, de Erik Satie, compositor francés (1866-1929, brillante representante del minimalismo musical), para cerrar la primera parte con: Por una Cabeza, de Carlos Gardel.
Luego, siguió Enrique Salmerón en la segunda parte con un repertorio oportunamente significativo. El maestro Salmerón lo escogió a partir de las enseñanzas recibidas por su maestro, un repertorio con piezas que lo acompañaron a lo largo de su ciclo de aprendizaje al lado de Enrique Velasco. Asi, escuchamos Paisaje Costarricense (2023), de Gustavo Servín; Appunti per chitarra (1967) Marianaresca y Ave María, de Mario Castelnuovo Tedesco; Mabi (2012), de Cutberto Córdova; 3 piezas francesas: Ariette (1973), de Jaques Ibert: Sarabande (1960), de Francis Poulenc y Barcarolle del Op. 60 (1985), de Francis Kleynjans; El cant dels ocells y Barcarolle, ambas de Emilio Puyol; Alba (1970), de Hans Hang; para terminar esta segunda parte con Preludio Op. 26 (1988) y Balada Op. 2 (1978), ambas de Ernesto García de León.
La tercera y última parte fue un espléndido dúo de Enrique Velasco y Enrique Salmerón: Gavota, de la Suite Inglesa N0. 3 de Johann Sebastian Bach; para terminar con el Dúo Op. 34 y Largo y Rondó, de Ferdinando Carulli.
Fue un emotivo final que nos conmovió a todo el público asistente y a los espléndidos guitarristas quienes recibieron los aplausos en medio de un gran abrazo de dos músicos, alumno y maestro, que se respetan.
Esperamos muchos más de estos significativos conciertos, que engrandecen a la Facultad de Música y destacan a Xalapa, como la gran ciudad que es: promotora indiscutible de la música, para fortuna nuestra.
¡Que viva siempre la Universidad Veracruzana y sus alumnos que la honran!