lunes, marzo 10, 2025

La Economía del Conocimiento: Desarrollo en la Era Digital.

En la actualidad, el mundo padece una alarmante disminución de sus recursos naturales debido a la sobreexplotación y el cambio climático, y las industrias tradicionales, que alguna vez definieron el poder económico, experimentan cambios profundos en sus sistemas de producción. En este contexto, surge el paradigma de la “Economía del conocimiento” como una promesa para un futuro moldeado por la innovación, la creatividad y la sostenibilidad.

Este modelo económico ofrece una oportunidad para desvincular el crecimiento económico del consumo intensivo de materias primas. Utiliza tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y la biotecnología para crear procesos más eficientes y sostenibles. Diversos países están transitando desde economías dependientes del petróleo hacia modelos basados en energías renovables, conocimiento y creatividad, lo que les permite anticipar desafíos futuros, ofrecer soluciones y responder a los retos actuales.

El término «economía del conocimiento» surgió en la década de 1960, cuando los economistas Peter Drucker y Fritz Machlup destacaron la importancia de la información y el conocimiento como recursos importantes en la actividad económica. Sus trabajos sentaron las bases teóricas que hoy son fundamentales. A finales del siglo pasado, la Organización para el Crecimiento y Desarrollo Económico (OCDE) reconoció al conocimiento como factor clave del crecimiento económico y adoptó el término “economía del conocimiento” para describir economías que basan su desarrollo en la producción, distribución y utilización del conocimiento.

Según el Indice Global de Innovación 2024, publicado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Israel lidera mundialmente la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) con un 5.2% de su PIB. Suiza invierte el 3.4%, al igual que Suecia. Estados Unidos destaca con una inversión del 3.6% de su PIB, mientras que Alemania muestra también un compromiso importante con el 3.3%.

La transformación digital ha acelerado exponencialmente la creación, distribución y aplicación del conocimiento. Los sistemas educativos evolucionan para formar profesionales con habilidades adaptativas, pensamiento crítico y creatividad. Las «soft skills» o habilidades blandas son tan valoradas como las competencias técnicas, ya que la innovación requiere colaboración interdisciplinaria.

La protección de la propiedad intelectual es fundamental en esta economía. Países como Japón, Singapur y Finlandia han establecido marcos regulatorios sólidos para proteger patentes, derechos de autor y secretos comerciales.

La economía del conocimiento desempeña un papel importante en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Permite optimizar recursos naturales, reducir las emisiones de carbono, crear soluciones para la agricultura sostenible y avances en medicina y salud pública.

Se identifican tendencias en los avances tecnológicos y nuevos modelos de colaboración que apoyan a la economía del conocimiento, como plataformas colaborativas, vinculación entre empresas, universidades y gobiernos, tecnologías digitales para mejorar los procesos del sector público y tecnologías educativas para innovar y democratizar el acceso al conocimiento.

Para responder a estos desafíos, emergen tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), que ha demostrado su utilidad en prevención de pandemias y el diseño de soluciones climáticas; la biotecnología, que ha generado respuestas a la crisis alimentaria con innovaciones como los alimentos cultivados en laboratorio; las redes 5G que amplían la conectividad en regiones en desarrollo; y el blockchain, que garantiza transacciones seguras y fomenta la transparencia para una economía digital más fiable. La innovación biomédica también impulsa el crecimiento económico al prevenir enfermedades y reducir la carga sobre los sistemas de salud, liberando recursos para otros aspectos críticos del desarrollo social y económico.

Sin embargo, la economía del conocimiento enfrenta desafíos. La brecha digital entre países desarrollados y en desarrollo sigue siendo un obstáculo significativo. Además, se presentan retos como la fuga de cerebros en países emergentes y la desigualdad en el acceso a educación de calidad.

Para bordar estos desafíos, es necesario que los países en desarrollo destinen más en educación STEM, capaciten a sus ciudadanos en habilidades digitales, desarrollen infraestructura digital y apoyen el emprendimiento tecnológico. También deben crear marcos regulatorios para proteger patentes, derechos de autor y la innovación, así como generar estrategias para la vinculación, la colaboración y la transferencia tecnológica entre academia e industria.

Un tema prioritario es impulsar la equidad de género. En 2023, las mujeres representaban solo el 33% de los investigadores globales. Es necesario capacitar más mujeres en habilidades digitales y STEM para cerrar esta brecha.

La economía del conocimiento ofrece oportunidades ilimitadas para el futuro. Representa una evolución hacia sociedades donde el saber y la información son pilares fundamentales del desarrollo económico y social. Este modelo es fundamental para el desarrollo regional, ya que promueve la diversificación productiva, aumenta la productividad y genera empleos de mayor calidad. Para maximizar sus beneficios, es esencial que las políticas públicas y las estrategias empresariales se enfoquen en promover la educación, la inversión en I+D, la protección de datos y la adaptación del mercado laboral a las nuevas realidades tecnológicas.

Ideario en Perspectiva

La economía del país en declive, situación similar presentan otros ámbitos. En respuesta, se recurre a discursos nacionalistas y la organización de mítines con acarreos para exaltar la soberanía y evidenciar el “respaldo del pueblo”. Sin embargo, cabe preguntarse si los recursos empleados en estos distractores no habrían sido más efectivos si se hubieran destinado a la atención de problemas como la salud, la educación o la seguridad.

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