La noticia relativa a la orden de aprehensión contra el exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles y algunos de sus colaboradores se antoja como una maniobra de distracción respecto a la verdadera exigencia de Trump de investigar a políticos mexicanos ligados al tráfico de drogas y migrantes, la acusación contra Aureoles es por lavado de dinero y asociación delictuosa, y por peculado a quien fuera el responsable de las finanzas durante su gobierno, ya detenido. Resulta bastante sintomático que la apresurada entrega de 29 narco delincuentes a los Estados Unidos no haya satisfecho del todo al presidente Trump, quien declaró al The Spectator tener planes “para investigar a funcionarios mexicanos que estén vinculados con el crimen organizado, como el tráfico de fentanilo”. La referencia, se infiere, es hacia quienes ya han sido monitoreados por las agencias de investigación estadounidenses e incluso sus nombres forman parte del enjambre de expedientes integrados en base a sus investigaciones: gobernadores como el de Tamaulipas y el de Sinaloa y algunos que sirvieron en el gobierno antecesor. A Mario Delgado, por ejemplo, se le descubrieron vínculos con Sergio Carmona, “el rey del huachicol” asesinado en San Pedro Garza García, en Nuevo León señalado de aportar recursos para campañas electorales.
No pasa desapercibido que Trump ha reiterado no sentirse satisfecho por lo realizado hasta ahora por el gobierno mexicano, pese a que como nunca se haya detenido a un gran número de delincuentes de elevado nivel, además de localizar y desmantelar laboratorios de elaboración de drogas en diversos puntos del país. “¿Vas a responsabilizar a muchos de estos políticos corruptos que se beneficiaron de la trata de personas, del ingreso de fentanilo, incluidos los principales políticos mexicanos?” Fue una pregunta a Trump, quien respondió afirmativamente y señaló que esa tarea esta a cargo del Fiscal general. Para Trump lo de Aureoles es asunto doméstico, no así quienes debiendo combatir el acelerado crecimiento de las células del crimen fueron omisos y permisivos, a esos los quiere Trump, tal es el motivo por el cual su voracidad no se satisface con el paquete de los 29 desterrados. Son sin duda muy fuertes las presiones a la presidenta Sheinbaum, pues para evitar un colapso en nuestra economía y desfacer la amenaza de los aranceles debe atender las exigencias de quien sintiéndose el amo del mundo estira la cuerda más de lo necesario, prudencia es la virtud del buen gobernante.