La sucesión inmediata de dos veracruzanos en la presidencia de la república: Miguel Alemán Valdés (1946-1952), Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) produjo un nutrido almacigo de veracruzanos en cargos relevantes del gobierno federal, esa arribazón permitió sugerir en el imaginario colectivo que los veracruzanos eran muy “chichos” para la política, de esa percepción cultivada por la inercia de los decires surgieron el “en Veracruz, el más chimuelo masca plomo” y el “calvo peina trenzas”, pero en realidad la historia política de otras entidades federativas -el estado de México, Guanajuato, Jalisco- demuestra con mayoría de casos que sus elites políticas han escalado al ámbito federal con mayor profusión que la veracruzana. No obstante, también es cierto que el veracruzano de clase media demuestra interés por asuntos de la cosa pública, sin que necesariamente aspire a ocuparse en el sector público. Sin embargo, está al pendiente del desempeño de la clase política. En Veracruz hemos sido testigos del ascenso de actores políticos provenientes de “la cultura del esfuerzo”, un término puesto en boga a partir de un discurso de Luis Donaldo Colosio, quien se reconocía en ese origen, aunque en verdad su condición clasemediera no se correspondía genuinamente con aquel mote, no todos pueden costear su colegiatura en el Tec de Monterrey.
Pero es un hecho que el “aspiracionismo” tan denostado por AMLO ha sido el motor del desarrollo profesional y social del mexicano, buen número de nuestros gobernadores provienen de la clase media: Murillo Vidal, Hernández Ochoa, Acosta Lagunes, Gutiérrez Barrios, Dante Delgado, Patricio Chirinos, Yunes Linares, Cuitláhuac García, Rocío Nahle, son producto social clasemediero de índole “aspiracionista” porque a través de la educación acondicionaron sus respectivas circunstancias para alcanzar el cargo de gobernador. Una excepción destacable es Miguel Alemán Velasco, por ser hijo de un expresidente de la república, aunque su arribo al gobierno veracruzano fue producto de las difíciles circunstancias por las que atravesaba en 1998 el PRI, que requería de un perfil ganador en Veracruz. Otras excepciones destacables, pero en sentido contrario al caso de Alemán, la personifican Fernando López Arias y Fidel Herrera Beltrán, cuyo origen social se encuentra en los sectores económicamente más vulnerables en el país. Por cierto, Dante, Fidel y Miguel Ángel conforman la trilogía de gobernantes veracruzanos que respiraron la misma atmosfera en la Universidad veracruzana, coetáneos, los tres fueron gobernadores, en ese encargo, ¿quién de ellos dejó más huella en la infraestructura veracruzana? Esa es otra historia.