En teoría política el Partido Revolucionario Institucional es una organización histórica merecedora de toda consideración si tomamos como parámetro el servicio que en sus mejores años proporcionó a la evolución política de esta nación. Su larga estancia en los pasillos del poder a partir de 1946 llamó la atención de Maurice Duverger, el prestigiado politólogo francés, quien visitó México con el propósito de indagar acerca de un partido político (el PRI) cuya permanencia en el poder coincidía con un sistema electoral bipartidista de transiciones operadas en un entorno político pacifico, lejos de las asonadas características en otros países del continente. Ese fue el gran servicio del PRI a nuestro sistema político, facilitar como partido de estado la transmisión del poder federal, estatales y municipales sin trastornos sociales. Protestas las hubo, fraudes electorales también, bloqueos carreteros, quema de palacios municipales, calles citadinas y plazas públicas fueron foro de protestas poselectorales, todo se resolvía en negociaciones entre las partes beligerantes. El PRI- gozaba del amparo de un órgano electoral gobiernista (la Comisión Federal Electoral y similares estatales), esa perversión sistemática se resolvió creando el IFE-INE, un instituto electoral autónomo para dar certeza, confianza, credibilidad y equidad a la competencia electoral. Las reformas electorales de 1977, 1989, 1994, 1996, se sucedieron para acondicionar un mejor entorno electoral en el sistema político mexicano, así se dio origen a la pluralidad electoral, ya no más bipartidismo. El PRD, el Pt, el Verde Ecologista, Movimiento Ciudadano, Morena tuvieron ese origen auspiciado por reformas legislativas amparadas con el voto priista. Ahora denostar al PRI es un fácil subterfugio para descalificarlo, se le acusa de corrupto como si fuera el causante y portador de esa neuralgia social mexicana. Pero el PRI gobernó consecutivamente 54 años desde su creación en 1946 hasta el 2000, y seis años más en este siglo, es decir 60 años, el ejercicio del poder desgasta y ese fue un largo periodo en el gobierno. Para mejor explicarlo, tomemos como referencia a MORENA, lleva seis años en el gobierno federal, los de López Obrador, y ya se bautizó con Segalmex, el hurto más cuantioso desde el poder cobijado por la impunidad. Y en los seis meses del actual gobierno, BIRMEX ya estrenó con bastante estruendo el ímpetu corruptivo, aunque en este caso, al parecer la presidenta Sheinbaum sí pondrá correctivos.
Cuán poderoso, fuerte, vitalizado, llegó a ser el Partido Revolucionario Institucional que su savia ha nutrido las venas del PRD, del PAN, del Verde y de MORENA, y debemos reconocer que quienes emigraron han demostrado calificación política en sus nuevas filiaciones. Allí están los casos de Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Camacho Solís, Ricardo Monreal, Dante Delgado, Leonel Cota Montaño, Arturo Núñez, Elba Esther Gordillo, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Yunes Linares, Juan Rodríguez Prats, Diódoro Carrasco, Adán Augusto López, Alejandro Armenta, Eruviel Ávila, Alejandro Murat, Del Mazo, y cientos de actores políticos más que, habiendo sido priístas, hoy figuran como alcaldes, diputados locales, federales y senadores gracias a otras siglas partidistas diferentes a las de su partido original, el PRI. Obviamente, también auspicia “Alitos”, pero culpas son del tiempo y de las circunstancias.