Hizo su carrera política en el PRI, incluso fue alcalde de un municipio que no era el suyo. Cuando vio que no le cumplirían sus caprichos, sencillamente se pasó a MORENA, la agencia electoral del AMLO.
Es un pedestre y abyecto bandido, como muchísimos de sus correligionarios para los que la ley es inexistente, innecesaria. Delante de cientos de testigos y luego, retransmitido al mundo, el dictadorzuelo poblano cometió varios delitos: «Se impondrá de seis meses a dos años de prisión y multa de cinco a veinte Unidades de Medida y Actualización, al que por cualquier medio amenace a otro con causarle un mal en su persona, honor, bienes o derechos o en la persona, honor, bienes o derechos de su cónyuge… comete el delito de extorsión el que con ánimo de conseguir un lucro o provecho, amenazare a otro por cualquier medio con la finalidad de causar daños morales, físicos o patrimoniales, que afecten al amenazado o a persona física o jurídica… Si el o los responsables del delito son o fueron servidores públicos o miembros de una institución de seguridad privada que en razón de su función utilizasen los medios o circunstancias que ésta le proporciona para la comisión del delito, se aumentará en dos tercios la pena que corresponda. Se impondrá además en el primer caso, la destitución del empleo, cargo o comisión público».
Dos hectáreas son una ridiculez. Caben menos de 150 viviendas, cuando mucho, 300 departamentos tipo casa de perrito. En Puebla hay 6,500 policías estatales. A Alejandro Armenta no no le interesan los policías ni la seguridad ni las casas.
Sólo demostrar quién manda, quién tiene el poder sobre vidas y haciendas. La nueva caquistocracia mexicana que destruye al país. Y así quieren inversiones privadas, y sus «polos de desarrollo»… ajá. Si existiera estado de derecho tendrían que destituirlo ipso facto, además de aprehenderlo, pero este es el México de la esquizofrenia, la impunidad y el cinismo.