El pasado 30 de abril se celebró el Día del Niño, para reconocer su importancia es preciso reflexionar sobre la situación de la infancia en México. La niñez constituye la base fundamental sobre el cual se construye el futuro de un país. Los niños de hoy serán los ciudadanos, profesionales y líderes del mañana. Por ello, invertir en su desarrollo armónico no solo es una responsabilidad ética, sino una estrategia fundamental para el progreso social.
Datos del INEGI revelan que en 2022 residían en México 36.3 millones de niñas y niños de 0 a 17 años, representando el 28.1% de la población total. De este grupo, 10.5 millones tenían menos de seis años, y el 97.5% requería cuidados. Sin embargo, el 39% no contaba con libros infantiles, y el 50.4% estaba expuesto a métodos de disciplina violenta.
El bienestar infantil abarca dimensiones físicas, cognitivas, emocionales, educativas, sociales y económicas. Estos factores están interconectados y dependen tanto del entorno familiar como de las políticas públicas. Para abordar estos desafíos, el Pacto por la Primera Infancia establece 12 metas específicas orientadas a garantizar los derechos de niñas y niños de 0 a 6 años, en temas de salud, bienestar y educación. Estos objetivos incluyen la inserción en planes estatales de desarrollo y la creación de programas de atención integral que aborden nutrición, salud y educación.
En los últimos años, diversos indicadores en educación, salud, pobreza y violencia reflejan una situación complicada para la infancia en el país.
La educación es fundamental tanto para el desarrollo individual como para el futuro de una nación. Fomenta la adquisición de habilidades básicas y la formación de ciudadanos competentes y comprometidos. Durante la niñez se desarrollan habilidades cognitivas cruciales, como la capacidad de razonamiento lógico, la resolución de problemas y el pensamiento crítico. Estas habilidades no solo son esenciales para el éxito académico, sino también para desenvolverse en la vida cotidiana y adaptarse a un entorno en constante cambio.
Un sistema educativo moderno debe fomentar la creatividad, la imaginación y la curiosidad. Debe basarse en métodos pedagógicos innovadores, centrados en el estudiante, que fomenten el aprendizaje activo, la participación y la colaboración.
En los últimos seis años, la educación en México enfrenta retos como la disminución de la matrícula en educación básica. Existe un porcentaje considerable de niños y adolescentes que abandonan la escuela antes de completar la educación básica y media superior. Factores como la pobreza, la falta de recursos educativos en zonas rurales y la necesidad de trabajar para contribuir al ingreso familiar influyen en esta problemática.
Según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022 del Inegi, 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil. Entre 2019 y 2022, la tasa de trabajo infantil aumentó de 11.5 a 13.1%. De acuerdo con dicho estudio, el 30% de los infantes ocupados no acudieron a la escuela
Además, el presupuesto para la educación se ha reducido en los últimos años, generando que los planteles se encuentren en mal estado y sin servicios básicos, lo que se traduce en una baja calidad en la enseñanza. Para 2025, el presupuesto destinado a educación, ciencia y cultura asciende a 1 billón 161 mil millones de pesos (3.2 del PIB), una cantidad 1.2% menor en términos reales a la asignada en 2024. Esta cifra está por debajo de lo que marca la Ley General de Educación, que en su artículo 119 establece que el financiamiento a la educación pública para garantizar su gratuidad no podrá ser menor del 8% del PIB.
La calidad educativa enfrenta desafíos importantes. Los resultados de pruebas estandarizadas a nivel nacional e internacional revelan deficiencias en áreas como matemáticas, ciencias y comprensión lectora. Persisten desigualdades en el acceso a la educación, especialmente en zonas rurales y marginadas, comunidades indígenas y entre estudiantes con discapacidad.
En el ámbito de la salud, la desnutrición infantil sigue representando un problema grave, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas donde se agrava por la falta de acceso a alimentos nutritivos, agua potable y servicios de salud adecuados. Paralelamente, el sobrepeso y obesidad infantil se ha duplicado en los últimos 20 años, afectando al 17.5% de los niños de 5 a 11 años, debido al consumo de alimentos procesados, bebidas azucaradas y la falta de actividad física. La mortalidad infantil en niños de 1 a 4 años ha mostrado un incremento preocupante. Entre 2018 y 2024, las defunciones en este grupo de edad aumentaron 54%, pasando de 4,784 a 7,361 casos. Este incremento se atribuye principalmente a factores como la desnutrición y la neumonía.
El debilitamiento de las políticas de vacunación ha tenido graves consecuencias. En 2025, México enfrenta un brote de tos ferina con más de 800 casos y 48 muertes, todas en bebés menores de un año que no estaban vacunados. Asimismo, se han registrado 583 casos de sarampión, principalmente en personas sin esquema de vacunación completo. La falta de aplicación del tamiz neonatal representa otra omisión significativa en la atención a la primera infancia. Este examen es crucial para detectar y tratar oportunamente enfermedades congénitas que pueden afectar el desarrollo integral de los niños.
La pobreza es otro factor que limita gravemente el desarrollo de niños y adolescentes. En 2022, el 48.1% de los menores de cinco años vivía en pobreza y el 11.6% en pobreza extrema, reduciendo sustancialmente el acceso a alimentos, vivienda, educación y servicios de salud adecuados. La pobreza infantil perpetúa ciclos de desigualdad y limita las oportunidades de desarrollo. Estas condiciones obligan a muchos niños y adolescentes a trabajar para contribuir al ingreso familiar, afectando su desarrollo físico, emocional y educativo.
La violencia familiar y comunitaria es otro desafío que afecta negativamente a la infancia. En 2023, se atendieron en hospitales a más de 20 mil niños y adolescentes por violencia familiar, y cerca de 10 mil por violencia sexual. La violencia física, emocional y sexual en el hogar, así como aquella causada por la delincuencia organizada y la inseguridad genera consecuencias negativas en su desarrollo emocional, social y cognitivo.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en 2024, se reportaron 9 mil 868 desapariciones de niñas, niños y adolescentes, de los cuales 2 mil 751 seguían sin ser localizados al cierre del año. A ello se suma el riesgo de reclutamiento forzado, que amenaza entre 145 mil y 250 mil, particularmente en entidades como Estado de México, Jalisco y Chiapas.
Ante este panorama, es urgente implementar políticas públicas integrales que aborden estos problemas de manera efectiva. Es necesario garantizar el derecho a la educación, la salud, la alimentación y la protección, creando un entorno seguro que permita el desarrollo pleno de cada niño y adolescente en nuestro país, asegurando así un futuro más justo y equitativo.
Ideario en Perspectiva
Trilogía: La política pública parece haberse especializado en el arte del desmantelamiento y la evasión, todo bajo la noble bandera de la democracia y la libertad, palabras mágicas que sirven para disfrazar el desastre como si fuera progreso. Tan próspero quedó el país que ahora la tendencia no es buscar mejores oportunidades, sino una mejor nacionalidad. Se mejora el viejo refrán “No me des, ponme donde hay”, pero con la elegante innovación de que el nepotismo se oculta bajo otras formas. Porque, al final, el truco no es evitar el vicio, sino hacerlo parecer virtud.