Las bibliotecas públicas han sido pilares fundamentales en la educación, la cultura y el acceso a la información. La primera biblioteca de la que se tiene registro es la Biblioteca de Ashurbanipal, ubicada en Nínive, Asiria (actual Irak), creada en el siglo VII a.C. Formó parte de la civilización asiria, una de las culturas más influyentes de la antigua Mesopotamia. Contenía una vasta colección de tablillas de arcilla cuneiformes, que sumaban alrededor de 30,000. Estas tablillas abarcaban una amplia gama de temas, incluyendo textos religiosos, literarios, científicos y administrativos. Entre sus obras más destacadas se encuentra la Epopeya de Gilgamesh, considerada la narración épica más antigua conocida. La Biblioteca de Ashurbanipal no solo era un depósito de conocimiento, sino que también cumplía varias funciones importantes como preservar el conocimiento y servir como un centro de consulta para escribas y estudiosos.
En la actualidad, las bibliotecas públicas son mucho más que depósitos de libros: son espacios vivos de inclusión, aprendizaje, cohesión social y acceso equitativo a la información. El Manifiesto de las Bibliotecas Públicas de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) y la UNESCO destacan su papel como agentes clave para el acceso universal a la información, el fortalecimiento de la educación y la promoción de la diversidad cultural. Además, enfatiza la necesidad de adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales, ofreciendo acceso a recursos digitales, programas de aprendizaje y espacios de encuentro comunitario.
La falta de inversión y modernización en las bibliotecas tiene efectos perjudiciales en la sociedad. La obsolescencia de las colecciones, la infraestructura inadecuada y la falta de personal capacitado limitan la capacidad de las bibliotecas para satisfacer las necesidades de información de la comunidad. Esto es particularmente grave en países en desarrollo como México, donde las bibliotecas públicas a menudo carecen de los recursos necesarios para ofrecer servicios de calidad.
En México, la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, coordinada por la Dirección General de Bibliotecas (DGB) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, está conformada por 31 redes estatales y 16 redes delegacionales. Opera actualmente a 7,413 bibliotecas públicas en 2,282 municipios, proporcionando servicios bibliotecarios gratuitos a más de 30 millones de usuarios anualmente. De acuerdo con Reporte Índigo, la DGB ejerce anualmente, en promedio, 200 millones de pesos. La mayoría de este recurso se destina a gastos operativos, con poca inversión para incentivar la lectura. Esta falta de presupuesto ha llevado al deterioro de muchas bibliotecas generando desinterés de la población por sus carencias y la escasa modernización de sus instalaciones y servicios. Según datos del INEGI, muchos recintos sufren de infraestructura deficiente, acceso limitado a tecnologías digitales y una desconexión con las necesidades actuales de la población.
El caso de la Biblioteca Vasconcelos en México es un ejemplo emblemático de esta problemática. Ubicada en la Ciudad de México. Inaugurada en 2006 como una megabiblioteca ícono de la modernidad y el acceso a la cultura, su diseño arquitectónico vanguardista y su acervo bibliográfico, hemerográfico, audiovisual y multimedia, considerado como uno de los más grandes de las bibliotecas públicas de América Latina, prometían convertirla en un referente cultural. Sin embargo, su realidad actual es muy distinta, desde 2018, la biblioteca ha sufrido una reducción significativa en su presupuesto. Enfrenta problemas como infraestructura deteriorada por falta de mantenimiento, escasez de suministros básicos y presencia de plagas, ocasionando el cierre de áreas por fallas estructurales, servicios limitados y una desconexión con las necesidades tecnológicas de los usuarios. Su deterioro ha afectado a estudiantes, investigadores y ciudadanos que dependen de sus servicios para el acceso a libros, internet y actividades culturales. Este caso ejemplifica cómo la falta de inversión y visión estratégica puede convertir un proyecto prometedor en un símbolo de abandono.
No obstante, existen ejemplos de bibliotecas en el mundo que, con adecuada planeación, visión innovadora, políticas públicas y financiamiento adecuado, se han transformado en centros vibrantes de conocimiento y comunidad. La Biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona, España, inaugurada en 2022, ha sido reconocida como la mejor biblioteca pública nueva del mundo en 2023 por la IFLA La Biblioteca Umimirai en Kanazawa, Japón, desde su inauguración en 2011, ha atraído a más de un millón de visitantes, destacándose por su arquitectura contemporánea y su enfoque en la accesibilidad y la tecnología. En América Latina, la red distrital de bibliotecas públicas (BibloRed) en Bogotá, Colombia, ha promovido la inclusión y el acceso al conocimiento desde 1998, ofreciendo espacios para la lectura, la escritura y la innovación cultural.
Las bibliotecas públicas están en un período de transición, moviéndose de los servicios bibliotecarios tradicionales basados en papel a la incorporación de tecnologías digitales modernas. Para garantizar que las bibliotecas sigan siendo relevantes y valiosas en el siglo XXI, es preciso que los gobiernos y las instituciones aumenten la inversión. Deben, además, digitalizar sus colecciones, adquirir recursos electrónicos e integrar tecnologías inmersivas como la realidad virtual, la realidad aumentada y la realidad mixta. También, implementar sistemas inteligentes, ofrecer programas de alfabetización informacional y de capacitación para los usuarios, y promover la inclusión digital. Es importante la colaboración con instituciones educativas, organizaciones comunitarias y empresas privadas para ampliar su alcance y ofrecer servicios innovadores.
Las bibliotecas, en su evolución, deben renovar sus servicios para adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad y ofrecer valor agregado que vaya más allá del préstamo de libros. En este contexto, surgen espacios de creación como los Makerspaces, así como servicios de información comunitaria que facilitan el acceso a recursos y programas enfocados en la educación, el empleo, la salud y la integración social. En este sentido, las bibliotecas públicas en México deben desempeñar un papel crucial en el desarrollo de ciudades inteligentes, promoviendo la participación ciudadana y proporcionando acceso a la información gubernamental, acompañando la estrategia de la administración federal denominado “Llave MX”.
Es fundamental que las bibliotecas evalúen continuamente sus servicios y programas para asegurarse de que están satisfaciendo las necesidades de sus usuarios, que trabajen para reducir la brecha digital y buscar fuentes de financiamiento innovadoras que les permita cumplir plenamente su misión. Esto debe estar alentado con la inversión y recursos necesarios para modernizarse y adaptarse a las nuevas realidades del siglo XXI.
Ideario en Perspectiva
La «fiesta cívica» ha mutado en temporada lúgubre. La democracia ya no es el festejo de la voluntad popular, sino un campo minado, donde la participación política puede costar la vida. Mientras la realidad grita desesperada, el discurso oficial sigue ensayando su monólogo optimista. Porque, claro, ¿quién necesita verdad cuando la propaganda hace tan bien su trabajo?