Agencias/Sociedad 3.0
Afable, reservado y de talante moderado, el cardenal Robert Francis Prevost, originario de Chicago, fue elegido este jueves como Papa León XIV, el nuevo líder espiritual de la Iglesia Católica. Su elección representa un momento histórico: es el primer papa nacido en Estados Unidos, y uno de los más cercanos colaboradores del difunto papa Francisco, quien confió en él para encabezar decisiones clave dentro del Vaticano.
Prevost, de 69 años, no solo posee la nacionalidad estadounidense, sino también peruana, fruto de su amplia labor misionera en América Latina, donde pasó buena parte de su vida pastoral. Miembro de la Orden de San Agustín, ha sido visto como un «outsider» dentro del cónclave que lo eligió, pero con un perfil idóneo para tender puentes entre las alas reformista y conservadora del catolicismo global.
Francisco lo eligió en 2023 como prefecto del Dicasterio para los Obispos, una de las instituciones más influyentes del Vaticano, encargada de designar a los obispos en todo el mundo. También lo colocó al frente de la Pontificia Comisión para América Latina, reconociendo su profundo conocimiento del continente que hoy concentra la mitad de los católicos del planeta.
Prevost fue ordenado sacerdote en 1982, y desde entonces ha recorrido un camino de servicio que lo llevó a Perú, donde ejerció su ministerio en zonas como Chulucanas, Iquitos y Apurímac. En 2014 fue designado obispo de Chiclayo, y más tarde, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, donde enfrentó la crisis de abusos vinculados al grupo Sodalicio de Vida Cristiana, recientemente disuelto por el Vaticano.
Su perfil como moderador nato y su capacidad para dialogar con distintas corrientes dentro de la Iglesia le valieron el respaldo de cardenales tanto del norte como del sur del continente. Este equilibrio ha sido esencial en un momento de tensiones internas, reflejadas en episodios como la remoción del obispo estadounidense Joseph Strickland, crítico abierto del papa Francisco.
Como pontífice, León XIV se perfila como continuador del legado reformista de su predecesor, defendiendo un clero cercano al pueblo, alejado de figuras autoritarias o exclusivamente administrativas. En materia de abusos, ha enfatizado la urgencia de actuar con transparencia y acompañamiento a las víctimas, uno de los desafíos más profundos de la Iglesia contemporánea.
Con una trayectoria que une la teología vaticana, la misión pastoral en América y un enfoque humano y discreto, la elección de Robert Prevost representa no solo un giro geopolítico en la historia de la Iglesia, sino también una posible vía de reconciliación interna y renovación eclesial para los años por venir.