sábado, noviembre 23, 2024

Mala suerte; no habrá cambios…

Opiniones y Comentarios

Julio Ricardo Blanchet Cruz

diariolibertad@gmail.com

El día de ayer en este mismo espacio comenté que el Homo Sapiens, o sea, nosotros; no somos de este Planeta -aunque lo de Sapiens más bien se puede tomar como eufemismo o algo así, porque de sapiens, como que no la hacemos-…

Razonamiento que, al ser parte del conocimiento de uno mismo, lo he manejado en incontables ocasiones por escrito y en conferencias.  Y toda vez que nunca he aceptado que todos venimos de África, hasta tengo mi propia teoría sobre el origen de las diferentes razas…

Así mismo he citado que los humanos somos parásitos de La Tierra; que somos la verdadera pandemia.  Y que el coronavirus es como un glóbulo blanco que nos ataca porque defiende a La Tierra ¡DE NOSOTROS!…

Y nos dejarán de atacar cuando nosotros dejemos de ser parte de la depredación que día a día se está llevando a cabo.  La Tierra es un ser vivo, de no ser así no podría dar vida y la estamos ¡a-gre-dien-do!…

Si agredimos a quien sustenta la vida de todo cuanto existe, aún la de nosotros los “Sapiens” ¿qué se puede esperar de regreso?  El problema es el porqué somos así.  Por qué somos tan ingratos, despreciables e inconscientes…

A tal grado que las palabras del profeta hebreo Jeremías (650 – 585) que advirtió la destrucción de Jerusalén a manos de Roma. “Así dijo el Señor.  Maldito sea el hombre que confíe en el hombre”, apenas si nos describen…

“Mueren cientos de aves por los fuegos artificiales para celebrar el fin de año en Roma”.  Nota al respecto de que no pensamos en los demás…

Pues resulta que somos así, por la simple y sencilla razón de que comemos lo que no debemos.  Le cuenten lo que le cuenten y le digan lo que le digan, somos animales frugívoros, no omnívoros… 

Por lo tanto: Comemos porquerías, pensamos porquerías.  Todos los animales tienen su muy especial alimentación y todos juntos forman la cadena alimenticia, en la que nosotros no encajamos…

A todos los animales, si les cambias su alimentación natural, se enferman; y los enfermos se nota que están enfermos porque alteran sus comportamientos.  Ayer se citó que la enfermedad y el mal son la misma cosa…

La Biblia dice que fuimos expulsados del Paraíso por comer lo que no debíamos de comer, figurado en una manzana.  Y lo cierto es que ya veíamos gordos y diabéticos por todos lados…

Las Universidades de Melbourne y de Burdeos, han llevado a cabo experimentos sobre el impacto que tiene la alimentación en lo que pensamos.  Sabido es que determinados alimentos influyen en determinados órganos; pero nunca se había estudiado directamente la forma en que la alimentación afecta al cerebro y consecuentemente lo que pensamos…

Si me hubieran preguntado, tengo años diciendo que los enfermos piensan como enfermos, porque no pueden pensar como sanos.  Pero en fin…

Resulta que la comida, sobre todo rica en azúcar, es más adictiva que las drogas duras, como la heroína o la cocaína.  La abstención de comida los pone ansiosos.  Hay quienes a las 11 de la mañana tienen que comer algo, o les da el patatús…

El caso es que variando los contenidos alimenticios de proteínas y vitaminas en animales de laboratorio, han llegado a la conclusión de que lo que se come es determinante desde el momento de la concepción…

En un experimento llevado a cabo con 24 mil mujeres sobre lo que comieron durante su gestación y seguido durante años, reveló que la dieta fue determinante en el comportamiento de sus hijos.  Las que comieron chatarra durante la gestación, tuvieron hijos violentos e inseguros…

Lo mismo sucedió con los ratones a los que solo les dieron a comer comida chatarra y que al tener a sus hijos cometieron canibalismo, es decir, se los comieron.  Pero en estos casos hay que tomar en cuenta que no lo hicieron por un acto brutal…

Los animales son sabios; y sabiendo que sus hijos tenían trastornos que no les permitirían vivir.  Sabiamente, repito, sabiamente, optaron por evitarles una penosa existencia.  Y eso no es instinto…

Pues es lo mismo que hacían esas admirables madres espartanas, que cuando llegaron a tener un hijo anormal, lo aventaban al vacío desde la Piedra Tarpeya.  Y según dicen, le ahorraban problemas al hijo y al Estado…

Por todo lo anterior, una sociedad deliberadamente enviciada con la comida, especialmente la chatarra, difícilmente dejará los hábitos y seguirá, como dijo Alberto Isaac (1923 – 1998) comiendo porquerías, pensando porquerías y actuando puercamente… 

Conclusión: Mala suerte; no habrá cambios.

Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.

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