“Nosotros no vamos a perseguir a expresidentes”, dijo ayer el presidente López Obrador para referirse a la iniciativa que propone juzgar a quienes encabezaron el Poder Ejecutivo Federal en reciente pasado. Tal expresión, proveniente de quien durante dos años ha venido criticando a sus antecesores del periodo neoliberal, como le llama, y ha puesto en la picota pública su actuación, son solo ganas de jugar con la inocencia de las personas o mera estrategia de inducción colectiva hacia el propósito que ha puesto en la agenda pública desde las llamadas mañaneras. “Mi fuerte no es la venganza”, tajante afirmación, que sin duda escuece el alma del ex presidente Felipe Calderón.