El Vía Crucis del hombre

Jesús vivió y murió para redimir al hombre de todos sus pecados, reza uno de los cantos del cristianismo más difundidos. Lamentablemente, la condición humana se resiste a cambiar de rumbo y la experiencia histórica demuestra cómo se ha anulado aquel sublime sacrificio, es posible comprobarlo a través de episodios donde se confirma que “el hombre es el lobo del hombre”, según la apreciación de Hobbes. Con reiterada frecuencia escuchamos voces añorantes del pasado,...
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Otra catástrofe. ¿De veras quieren destruir a México?

Sorprende muchísimo que la presidente Sheimbaum reconozca un error, en la misma tesitura que su mentor y jefe político, ya que ambos no se equivocan y son dueños de la verdad. Por eso se encendieron las alarmas cuando la doctora aceptó que su gobierno compró medicamentos con un sobreprecio de 13 mil millones de pesos. A estos nuevos ladronazos no se les procesó, no se les detuvo. Sólo "se les removió". Los de cuarta creen que estamos acostumbrados, que las cifras pierden importancia y que ellos son inmunes, hagan...

El Presidente no debe morir

Lo último

Por Juan José Llanes Gil del Ángel

A propósito de una pregunta de Alberto Loret de Mola, sobre qué pasaría si el COVID-19 resulta tan implacable en el Presidente como ha resultado en 150 mil mexicanos, me atreví a responderle esto:

Nuestra Constitución prescribe mecanismos sobre cómo proceder en caso de ausencias temporales o definitivas de ciertos funcionarios. Baste leer la Constitución, documento que, dicho sea de paso, todos deberíamos conocer.

El punto es que creo que nada peor podría pasarle a México, en este momento, que se hiciera realidad el deseo (me atrevo a calificarlo de insano), de que el padecimiento del titular del Poder Ejecutivo Federal llegue a mayores.

Al margen de que creo que es moralmente cuestionable el que se quiera el deceso de cualquier ser humano (de hecho, creo que de cualquier ser vivo), en el caso de un jefe de gobierno y de estado, las consecuencias de un evento infausto necesariamente conducen a una crisis política que, en México, tenderían a agudizar la que ya se vive ahora mismo.

En lo personal, sobradamente he externado mi crítica al desempeño de los gobernantes (tanto de la Federación como de mi Estado) en el presente y en el pasado. He expresado aquello que me parece que es erróneo y, en el caso del actual régimen, creo que también hay notorios desatinos y cosas que corregir. Empero, nunca he pensado que la salida a las problemáticas de una nación sea que el «otro» (el de «enfrente», el «adversario», el «enemigo», el «contrincante», o como se le quiera llamar), simplemente «desaparezca» o se «calle».

Concita mis críticas un régimen que, como el actual, pretende que la disidencia sea silenciosa, que se crea que levantar la voz para estar en desacuerdo (con fundamentos o sin ellos) debe ser motivo de vergüenza (no lo es) y que cuestionar las decisiones oficiales sea la ruta más corta para ganarse una cantidad exorbitante de descalificaciones.

Pero concita también mi desacuerdo el que se piense que la salida a nuestros males sea que se muera el Presidente, aunque el origen de muchos de esos males (de acuerdo con muchos ciudadanos) gravite en sus decisiones.

Ese es mi punto de vista.

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