Juegos de Poder
Leo Zuckermann
La gente tiende a imitar las estrategias exitosas. Ricardo Anaya ha comenzado a recorrer el país en lo que será una larguísima campaña rumbo a las elecciones presidenciales de 2024. Claramente, está haciendo lo mismo que el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador. Si le va a funcionar o no, es otra cosa.
Bueno, pues todos los partidos también están imitando la estrategia que en su momento hizo el Partido Socialdemócrata de Morelos al lanzar al brillante futbolista, Cuauhtémoc Blanco, como candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca. La intención era muy clara: aprovechar la popularidad de Blanco para ganar votos, mantener el registro como partido y conseguir más dinero público.
Ya sabemos el desenlace. El futbolista no sólo atrajo muchos votos, sino que también ganó la alcaldía, convirtiéndose en el presidente municipal. Todo esto sería perfectamente legal y legítimo, salvo por un asunto. El PES le pagó a Blanco para que fuera su candidato.
Entrevistado por Noticieros Televisa, el exsecretario del Ayuntamiento de Cuernavaca confesó que la estrella del deporte nacional “cobró siete millones de pesos”, cuando el tope de gastos de la campaña era de cuatro millones. Incluso se firmó un contrato donde el representante de Blanco se comprometía a controlar el carácter de su cliente.
En otras palabras, como se dice en el argot empresarial, “un negocio ganar-ganar”. Ganó el PSD morelense, ganó el futbolista. La que perdió fue la democracia que no es, ni debe ser, un negocio para enriquecer a partidos y/o candidatos.
Lo increíble es que, después de su pésima gestión como presidente municipal, el Partido Encuentro Social, que era parte de la alianza lopezobradorista, lanzó a Cuauhtémoc Blanco como candidato a gobernador en las elecciones de 2018. Y sí, volvió a ganar. Hoy, en las encuestas, es el peor gobernador evaluado de todos.
Ahora, varios partidos están a la caza de celebridades para lanzarlos a puestos de elección popular. Deportistas, actores, conductores, cantantes, modelos y hasta luchadores están en la mira con la intención de que su popularidad les granjee la mayor cantidad de votos posibles, algunos mantengan su registro y otros eleven su votación de tal suerte que reciban, a partir del año que entra, más financiamiento público.
Desde luego que todos estos ciudadanos mexicanos tienen el derecho a ser elegidos. Lo que no se vale es que les paguen para aparecer en la boleta. No sé si sea el caso en esta ocasión, pero creo que, después de lo de Blanco, no nos enteraremos ya que no habrá, como con el futbolista, la firma de un contrato.
De la lista de posibles candidatos famosos publicada el domingo en Reforma, tres me llaman la atención.
Primero, el nuevo partido Redes Sociales Progresistas, que gira en torno a la muy “reputada” figura de la maestra Elba Esther Gordillo, pretende lanzar a dos luchadores: Blue Demon Jr. y Carístico (antes Místico).
El primero iría por la alcaldía de Gustavo A. Madero, el segundo por la de Cuauhtémoc, ambas en la Ciudad de México. Se trata de dos extraordinarios luchadores. Pero ambos son enmascarados. En este sentido, tendrán que, por lo menos, revelar sus verdaderos nombres completos para aparecer en la boleta, tal y como lo ordena la ley. También deberán aparecer sus rostros humanos. De esta forma se perderá el efecto de popularidad de ambos asociados a su seudónimo deportivo y las preciosas máscaras que utilizan.
Además, no sé si las autoridades electorales les permitan hacer campaña enmascarados. Sería una belleza. Cosas de la democracia mexicana.
El otro caso, éste penoso, es el de Paul Ernesto Velázquez. Este señor es un dizque periodista que trasmite por YouTube y que se ha hecho famoso por asistir cotidianamente a las conferencias mañaneras del presidente López Obrador.
Para más señas, utiliza un falso parche en el ojo, como de pirata. Muchas veces le pasan el micrófono y, siempre, se deshace en halagos al Presidente poniéndole preguntas a modo. Bueno, pues don Paul Ernesto es precandidato a diputado plurinominal por… Morena.
Ahí está, para los que tenían dudas, la gran objetividad periodística de este personaje y de los que lo encumbraron desde el púlpito presidencial.
Twitter: @leozuckermann