Sin tacto
Por Sergio González Levet
Hace unos días escuché en una oficina de Gobierno algo que nunca imaginé iba a oír en mi vida.
Pero dejen, les cuento.
Por razones que no viene al caso explicar a detalle, la semana pasada acudí a la Clínica del ISSSTE que está en la Avenida Orizaba de la ciudad de Xalapa.
Llegué ahí porque tenía una queja que hacer sobre un mal trato que había recibido de parte de una funcionaria del Instituto, quien se había portado grosera, prepotente, y no había querido resolver un asunto médico que yo llevaba.
Estaba seguro de que la razón me correspondía, así que decidí interponer una queja.
Fui preguntando y pasando de una mesa a otra, de una ventanilla a la siguiente, hasta que llegué al despacho del Director de la Unidad de Medicina Familiar de Xalapa, el doctor Óscar Francisco Ochoa Ruiz.
Aunque tenía varias personas en espera, el funcionario las atendió con celeridad y fui recibido sin tener que esperar mucho tiempo.
Lo saludé, me senté en una silla y le expliqué mi caso.
El joven Galeno me escuchó atentamente, tomó unos segundos para pensar y me dijo la frase que nunca creí que podía escuchar en una oficina gubernamental, y menos en una instancia en la que se reciben quejas del público.
De su boca salieron estas mágicas palabras, que cayeron a mis oídos como maná del cielo. Les juro que fueron ciertas y para más las grabé sin darme cuenta en mi celular.
En verdad os digo que el médico me dijo:
«¡Tiene usted razón!”
¿Se imagina la soliviantada lectora, entiende el ínclito lector?
Mi asombro fue tal que ya no entendí lo siguiente que me dijo, y.me quedé mudo, pues yo esperaba, como siempre sucede, que el servidor público me contestara que yo era el que estaba mal y me diera algunas sinrazones por las que no iba a prosperar mi queja.
Una vez que me repuse, le comenté al doctor Óscar Ochoa la sorpresa que me había causado su respuesta.
Él me explicó que en esas oficinas siguen la recomendación precisa de quien es su jefe inmediato, el doctor Juan Carlos Chávez Quiroz, Director General de la Clínica-Hospital de Xalapa, quien es poseedor de una sensibilidad inigualable, que sabe contagiar a sus colaboradores.
Loor a ellos.
Resulta que cuando alguien va a una oficina pública a reclamar alguna mala acción en su contra, siempre se encuentra con una persona de malas que termina regañándolo.
Por eso me sorprendió tanto recibir ese buen trato, de lo que me congratulo.
Que hubiera más funcionarios como esos gratísimos doctores…