Luego de los resultados de la elección del 6 de junio y pese a los constantes ataques surgidos desde las conferencias mañaneras y los cuarteles morenistas, el Instituto Nacional Electoral resultó ser el ganador de la contienda electoral. La gran participación de electores y funcionarios de casilla, así como la apertura del 99 % de los centros de votación estipulados no hicieron más que legitimar la existencia y el actuar del organismo autónomo encargado de organizar las elecciones en México. Los ciudadanos participaron de manera animosa a emitir su sufragio y al llegar a las casillas pudieron ver como sus mismo vecinos, amigos o familiares eran los encargados de vigilar la imparcialidad de la contienda. Esto no hace más que fortalecer al organismo de cara a los siguientes procesos electorales, sacudiéndose los señalamientos de posible fraude electoral, tanto así que el mismo López Obrador y adeptos no tuvieron más que parar los dichos en contra, que en nada abonan positivamente a la vida democrática de México. Veremos qué depara en las siguientes elecciones.