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AL PIE DE LA LETRA
Raymundo Jiménez
Quién sabe si sea mera casualidad, pero en menos de dos meses el grupo de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, ha sufrido dos bajas relevantes en el gabinete del gobernador Cuitláhuac García, a quien la senadora de Veracruz con licencia aspira a suceder en 2024.
Y es que antes de que este jueves 19 renunciara Roberto Gómez Alor a la Secretaría de Salud, el 24 de marzo pasado dimitió también sorpresivamente Xóchitl Arbesú Lago, una empresaria de Minatitlán que desde diciembre de 2018 estaba a cargo de la Secretaría de Turismo amadrinada por Nahle y protegida por el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, quien frecuentemente realiza eventos y actividades propias de la Sectur.
Pero más anteriormente, en septiembre de 2019 –a escasos diez meses de que iniciara la administración de García Jiménez–, fue separada también de la Contraloría General del Estado la abogada Leslie Mónica Garibo Puga, quien en los comicios locales y federales de 2018 había sido representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Órgano Público Local Electoral (OPLE). A la salida de Garibo Puga del gobierno morenista de Veracruz, Nahle la incorporó inmediatamente a la Secretaría de Energía como Jefa de la Unidad de Políticas de Exploración y Extracción de Hidrocarburos con un sueldo bruto de 149 mil 407 pesos mensuales.
Uno de sus primeros encargos fue registrar como marca los nombres de “Rocío Nahle”, “Rocío Nahle García” y “Norma Rocío Nahle García” ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), por cuyo trámite pagó 8 mil 439 pesos.
La más reciente baja del equipo de la zacatecana, la de Ramos Alor, la detonó la visita que funcionarios del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) realizaron a principios de este mes al Hospital de Alta Especialidad de Veracruz (HAEV) y al almacén central de Xalapa, detectando diversas irregularidades, entre otras, que la bodega de medicamentos estaba rebasado en su capacidad, con cerca de 900 mil piezas a punto de caducar, mientras en el hospital porteño se reportaba desabasto de 139 claves.
Pero, por lo que se ve, el secretario de Salud no tenía pensado renunciar, pues todavía ese jueves 19 declaró a la prensa xalapeña que en Veracruz aún no se registraban casos de hepatitis atípica como los que están surgiendo en otros países y en entidades mexicanas como Nuevo León e Hidalgo, y afirmando que el Sistema de Vigilancia Epidemiológica está preparado para identificar cualquier contagio que ocurriera de este padecimiento.
Se presume que la fulminante orden para destituirlo provino directamente de la Federación, donde Ramos Alor ya era olímpicamente ignorado, pues casualmente ese mismo día de su dimisión había declarado también que la Secretaría de Salud del gobierno federal no les había reportado el diagnóstico de las condiciones de centros de salud y hospitales del estado que brindarán atención a todo público, cuando semanas antes, en una conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador, se había presentado una evaluación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) acerca de 347 hospitales de segundo nivel en todo el país que podrían prestar este año servicios a quienes no cuentan con seguridad social, de los cuales 63 correspondían a Veracruz.
Pero en dicho diagnóstico del IMSS también se habían detectado serias deficiencias subsanables en los nosocomios de Veracruz y otros 14 estados donde se había realizado la evaluación, observándose principalmente la falta de 106 mil 907 equipos médicos para atenciones de primer y segundo nivel.
También se encontró que se tenían que realizar mil 607 ampliaciones en los servicios de quirófanos, consultorios, camas, residencias médicas y laboratorios, así como la contratación urgente de 33 mil personas que cubrieran los puestos vacantes.
Hace cuatro días, Ramos Alor declaró a un grupo de reporteros que esa información presentada por el director del IMSS, Zoé Robledo, no había pasado por la Secretaría de Salud todavía a su cargo.
“De ese tema se los digo con toda confianza y atención, no tenemos esa información. La información es federal, nosotros vemos un diagnóstico, estamos cubriendo una plantilla de médicos”, apuntó.
“Estamos trabajando sobre la atención primaria a la salud, que son los centros de salud y los hospitales comunitarios”, precisó, señalando que los servicios de salud en Veracruz han transitado hacia una buena atención médica precisamente en las unidades de atención primaria.
Sin embargo, reconoció que desconocía cómo van los avances en el proceso de federalización de los servicios de salud, admitiendo que no sabían tampoco cómo será el transitar hacia ese cambio en los esquemas actuales.
“Los cambios que vienen ahorita con la federalización pues es un proceso que se está tocando en la Ciudad de México, nosotros recibimos esta información y en cuanto se den –los cambios– por supuesto que vamos a informarles a ustedes”, prometió.
Pero horas después inexplicablemente presentó su renuncia, la que el gobernador Cuitláhuac García tuvo que hacerla efectiva pese a que elogió la labor que en más de tres años realizó Ramos Alor al frente de la Secretaría y de los Servicios Coordinados de Salud en Veracruz.
“El día de hoy he decidido aceptar la renuncia de nuestro querido amigo y correligionario Dr. Roberto Ramos Alor, a quien agradezco haberse entregado a los grandes principios humanistas del galeno, atender la salud y la vida de los demás, incluso a costa de la propia”, informó a través de su cuenta de Twitter el mandatario veracruzano. En ese mismo hilo que publicó el jueves 19 de mayo dijo que “por lo mismo he decidido nombrar como encargado de despacho de la Secretaría de Salud del Estado de Veracruz al Dr. Gerardo Díaz Morales”.
Y todavía, anteayer, García Jiménez salió a defenderlo nuevamente al asegurar que la renuncia de Ramos Alor no había sido por el tema de las casi 900 mil piezas de medicamentos a punto de caducar que funcionarios del INSABI hallaron en la bodega central de Xalapa, mientras el Hospital de Alta Especialidad del puerto de Veracruz y los padres de niños con cáncer se quejaban de desabasto.