Mientras el Partido Revolucionario Institucional enfrenta conflictos existenciales que pudieran conducirlo a su extinción, en MORENA, Marcelo Ebrard da un salto adelante anunciando la conformación de grupos adheridos a su causa para participar organizadamente en la encuesta convocada por su partido como parámetro para decidir con ese método la candidatura presidencial en 2024. ¿Por qué asociamos temas tan aparentemente disímbolos? Porque Marcelo ha abrevado desde sus añejos inicios como priista la forma en cómo evitar ser víctima de fraudes electorales, y sin duda no querrá obtener gato por liebre en el resultado de la referida consulta en la que no pocos desconfían. Ebrard es un experimentado político, esa condición le permite permanecer alerta en sus actuales circunstancias y no ser víctima de los arreglos en lo oscurito. Claudia Sheinbaum y seguidores habrán sido los primeros sorprendidos por ese acaso inesperado anuncio del canciller que lo coloca en un ventajoso plano de efectiva competencia. Con pies de plomo deberá ser el andar de las tres “corcholatas” de AMLO en su pasarela por el escenario nacional, un resbalón pudiera dar al traste con sus aspiraciones, o al menos dar pretexto para ser descalificados por el árbitro de ese singular competencia. Respecto al PRI y sus actuales circunstancias, un dato que pudiera servir de fundamento a la tesis de su posible ocaso consiste en subrayar que su voto duro, el de la “tercera edad” ha sido menguado por el tiempo y las enfermedades, y de los supervivientes la mayoría disfruta de las pensiones de bienestar, y obviamente ya tienen otra querencia. Por otro lado, la población ahora treintañera nació durante la época del declive priista, cuando el principal denuesto antipriista le atribuye la génesis de la corrupción en nuestro país, lo cual no es cierto, pero ha impactado en nuestra cultura política y lamentablemente Peña Nieto contribuyó para abonar ese agravio, alimentado con todo conocimiento de causa desde las mañaneras. Por esto, la permanencia de “Alito” al frente de su dirigencia y variadas razones más el pronóstico solo puede ser pesimista respecto al otrora partido hegemónico. Y cuando, al mediar el día, el pueblo dice que es de noche no queda de otra que encender los faroles.