El malogrado ejercicio de Hipólito Rodríguez al frente de la alcaldía Xalapeña confirmó la hipótesis acerca de lo difícil que resulta para quien desde un cómodo cubículo de investigador de pronto salta al desempeño de una responsabilidad pública, en la cual debe atender una multiplicidad de problemas amén de las continuas quejas y peticiones de la ciudadanía de difícil solución en lo inmediato. Tal vez a ese drástico cambio de labores deben atribuirse los tropiezos que tuvo en sus inicios como alcalde: de entrada, su desafortunada declaración acerca de que buscó colaboradores fuera de Xalapa porque aquí no los encontró a la altura de sus expectativas; y ya en la vía de los hechos, mostró el cobre cuando decidió mandar a Puebla a casi un centenar de elementos policiacos para su capacitación porque allá encontrarían mejor entrenamiento y resultaba menos costoso que en la Academia de Policía de El Lencero. De dramática risa terminó aquel capítulo cuando al regreso del contingente supimos que no se habían capacitado en el manejo de armas de fuego. Lo demás ya lo conocemos, el señor Rodríguez tuvo un desempeño mediocre al frente de la administración municipal Xalapeña, aunque quizás muy equivalente al parámetro de sus antecesores. Ahora encabeza el ayuntamiento Ricardo Ahued Bardahuil, quien en 2004, llegó a la presidencia municipal, como Hipólito, proveniente del seno de la sociedad civil, es decir, no desde las filas partidistas u oficialistas, sino del empresariado local. En ambos casos no existían antecedentes de militancia política, aunque la diferencia estriba en el ámbito de sus ocupaciones, Hipólito desde el cubículo y Ahued desde la refriega diaria, entre proveedores, marchantes y clientela, manejo de existencias y las sumas y restas del capital, quizás allí está la raíz del contraste. Por supuesto, debe subrayarse, en la discordancia contribuye la vocación para el servicio público, el interés, la entrega para el cumplimiento de la responsabilidad y el talento para ejercitarla. El actual es el segundo periodo de Ricardo Ahued al frente del ayuntamiento xalapeño, en el primero resultó ileso y dio vuelta al ruedo, ahora, en el inicio de la segunda jornada, con mayor experiencia en el manejo de la cosa pública ha dado muestras manifiestas de poder superar lo realizado entre 2004 y 2007. Por cierto, vale citar un episodio de aquella primera oportunidad: era enero de 2007, una noticia destacable fueron las declaraciones del alcalde Ricardo Ahued reclamando la construcción del llamado perinorte (que serviría de libramiento para desahogar el intenso tráfico de Lázaro Cárdenas), porque, según lo afirmó, en el fideicomiso del 2% a la nómina se planeaba desviar para el distribuidor de plaza cristal 120 millones de pesos que originalmente estaban destinados para el peri norte, “es una obra sinceramente impostergable, sería un atentado que no se terminara y un peligro para el desarrollo de la ciudad”. Dijo más: “Si va a ver recursos para el bulevar del norte en este momento que lo digan, pero con seriedad, porque de vaciladas xalapa ya está suave…si están asignando los recursos quiero ver un programa operativo anual, quiero ver seriedad, que los recursos están asignados, quiero ver un proyecto ejecutivo serio”. (DX-27-I-07). Pero, pese a la insistencia del alcalde, todo quedó en proyecto, aun cuando el propio ejecutivo estatal había asegurado que la obra se llevaría a cabo. Allí terminó el dulce sueño de contar con un “perinorte” para Xalapa, “cosas veredes, Sancho que no creerás”, dicen que el Quijote dijo a Sancho, pero Fidel lo ofreció. Nota al calce: esta no es una apología, pues opinamos que el balance de la labor de un servidor público debe realizarse al término de su gestión, lo que en este caso queda aún distante. Pero, interesados en el acontecer social de nuestro entorno, hacemos uso de la libertad para manifestar nuestro sentir y pensar respecto al desempeño de quienes están al frente de una función pública y como servidores públicos son objeto del escrutinio ciudadano.