Los políticos suelen tomar malas decisiones económicas porque no están arriesgando su dinero, sino el de los contribuyentes. Total, si las cosas salen mal, ellos no pierden nada. La cuenta la pagan los mexicanos.
Nuestro Presidente no es la excepción. Le encantan los megaproyectos que son un barril sin fondo para el erario.
Un aeropuerto, el Felipe Ángeles, que tiene 66 operaciones por día. El de la Ciudad de México, Benito Juárez, tiene casi mil. Con esa escasa operación, el AIFA nunca recuperará su costo de capital y tendrá que ser subsidiado durante muchos años.
La refinería de Dos Bocas iba en ocho mil millones de dólares. Si todo sale bien, terminará en 20 mil. A ese costo, tampoco se recuperará el capital invertido. Y, como la demanda de productos refinados de petróleo irá a la baja por la electrificación de los automóviles, también acabará generando pérdidas para Pemex, es decir, a los mexicanos.
Ni se diga el Tren Maya. Sabido es que los proyectos ferroviarios en todo el mundo son un desastre como negocio. Se requiere mucho capital que difícilmente se recupera. Una vez más, el Estado tendrá que subsidiar la operación de varios de los tramos por la falta de demanda de pasajeros y carga.
Bueno, pues este gobierno que es un “genio” para este tipo de proyectos paquidérmicos, ahora quiere hacer una aerolínea comercial. Y, cómo no, que la opere el Ejército. Otra ocurrencia más que nos costará a los contribuyentes.
- El negocio de las aerolíneas es glamuroso para sus dueños, pero muy complicado. Son pocas las que resultan rentables. Muchas quiebran, otras consiguen subsidios del Estado por su importancia económica y los empleos que generan.
El problema es que requieren de mucho capital y dependen de manera crítica del precio del combustible. El gran inversionista Warren Buffett, quien le ha entrado al negocio de las aerolíneas y siempre ha salido corriendo, dijo un día:
“Si un capitalista previsor hubiera estado presente en Kitty Hawk, les habría hecho un enorme favor a sus sucesores al derribar de un disparo a Orville (uno de los hermanos Wright). La demanda de capital de la industria aérea a partir de ese primer vuelo ha sido insaciable. Los inversionistas han vertido dinero en un pozo sin fondo”.
Son, efectivamente, eso: un barril sin fondo. En México, han quebrado varias. Recuerdo a Mexicana, Interjet, Aero California, Taesa, Líneas Aéreas Azteca y Aviacsa. Para efectos prácticos, Aeromar ya se encuentra en quiebra (no le pagan ni a sus proveedores ni a sus empleados).
Los inversionistas privados que compraron Aeroméxico en 2007 se arrepintieron de meter ahí su dinero. Después de limpiar la empresa y mejorar su administración, Aeroméxico tuvo que declararse en bancarrota en Estados Unidos por la pandemia de covid-19. Sobrevivió después de reestructurar sus pasivos, pero los accionistas originales tuvieron que diluirse, perdiendo dinero.
- López Obrador ya confirmó que existe la idea de formar una aerolínea comercial propiedad del Ejército. El Presidente afirmó que tendría diez aviones rentados más el avión presidencial. La idea sería volar a sitios que “no son atendidos por las líneas actuales”, es decir, las rutas no rentables (por eso las actuales no van para allá).
A López Obrador le gustaría que se llamara Mexicana “porque es regresarle a la nación un símbolo, un emblema”. Las utilidades, según el mandatario, se utilizarían para financiar las pensiones de los soldados.
Es puro delirio. Desde hoy, apuesto doble a sencillo que no habrá utilidades. Al revés, los contribuyentes acabaremos pagando los subsidios para que pueda seguir operando. Lo mismo que el AIFA y el Tren Maya, dos negocios que también serán operados por la misma empresa castrense de nombre Olmeca-Maya-Mexica. Barriles sin fondo.
Ya lo es, de hecho, el AIFA. Este año en que comenzó a operar el 21 de marzo, la Secretaría de Hacienda tuvo que darle 419 millones de pesos de subsidios a Olmeca-Maya-Mexica. El año que viene, está presupuestado el doble: 836 millones de pesos. Hay escasos vuelos, pero, eso sí, funciones de lucha libre y música popular gratuitas.
Viene la aerolínea del Ejército. Ya encarrerados, con el dinero que no es suyo, querrán hoteles, casinos y restaurantes. Hasta que el presupuesto público ya no dé para más subsidios de empresas no rentables y tengan que venderse esos activos. Yo quiero ver quién va a ser el gobernante valiente que se atreverá a decirle a los soldados y marinos que les van a quitar sus juguetitos.