Poco a poco, el cerco en torno del senador Ricardo Monreal va cerrándose para obligarlo a tomar una decisión que lo deje fuera de MoReNa, tal es el deseo en la elite de este partido para evitar el progresivo deterioro en sus filas a causa de las pugnas internas que provoca la actitud independiente del senador zacatecano. Monreal conoce bien la estrategia política, si va a abandonar las filas morenistas será ponderando el impacto que causará su salida y los bonos a su favor, a la vez de poner en evidencia los puntos débiles de sus adversarios; aunque ya insinuó diciembre como fecha tentativa está midiendo la temperatura de las olas que levanta la campaña punitiva de la gobernadora de Campeche y de quienes la utilizan como ariete en su contra. Si Monreal sale de MoReNa, más que un dudoso triunfo de Claudia Sheinbaum, operará como suma cero en su contra, es decir lo que gane Monreal se le resta a ella al interior de su partido. Esto último podría provocar la tesitura del “tercero en discordia”, o sea, el “que siga López” cobraría mayor impulso, pues se presume su condición de Plan B o incluso de “el tapado”. En la hipótesis de un Monreal ya fuera de MoReNa, al presidente López Obrador, el “fiel de la balanza” en ese partido, corresponderá decidir qué hacer con Marcelo Ebrard, otra de las “corcholatas” destapadas, que ha advertido que su posición no es de seguidor ciego, si bien hasta ahora se ha mostrado incondicional implementador de las políticas emprendidas por su jefe, el presidente de la república. En el actual contexto, la permanencia de Monreal en MoReNa le ha permitido a López Obrador mantenerlo bajo cierto control, pero una vez fuera esa condición ya no sería posible, pero ¿Ebrard? En 2012, de haber sido Marcelo Ebrard candidato del PRD a la presidencia de México, un triunfo sobre Peña Nieto no era descartable pues contaba con las simpatías de un gran sector de la clase media; pero quien tenía a su favor buena parte del popolo minuto era López Obrador. Si éste se hubiera sumado a Ebrard, el PRD hubiera derrotado al PRI. Sin embargo, no fue así, AMLO se empecinó en volver a ser candidato y Ebrard no tuvo más opción que declinar a su favor. Por sí solo, este antecedente en otros menesteres de la actividad humana sería fuente de compromisos, no en política. Entonces, ¿cuál será en el futuro inmediato la decisión de Marcelo Ebrard? ¿Sería mejor candidato a la presidencia que Claudia Sheinbaum y que Adán Augusto López? De no haber piso parejo, como exige, ¿abandonará las filas de MoReNa? Si no es el elegido como candidato ¿Ebrard adoptará la actitud que en 1987 siguió Manuel Camacho, su primer mentor político, al inconformarse con la decisión de Salinas de postular a Colosio? Como Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard ha podido construir un amplio tejido de relaciones adentro y fuera del país, particularmente con factores de poder de los Estados Unidos ¿Esa es una ventaja? Por cierto, esto último recuerda que durante el siglo pasado los políticos aspirantes a la presidencia hacían correr la versión de contar con las simpatías del gobierno allende el Bravo, e incluso diseñaban giras por algunas ciudades de aquel país, pero esa es otra historia. Si, Marcelo es la incógnita.