sábado, noviembre 23, 2024

Elecciones que señalaron el rumbo de nuestra democracia

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Una revisión a vuelo de pájaro, relativa a los procesos electorales que marcaron época en nuestro país, podría ilustrarnos, o de algún modo esclarecer, la secuencia de esos eventos de índole democrática durante la etapa posrevolucionaria en México. O sea, precisamente a partir de la trágica muerte de Obregón en 1928, y la elección para elegir en 1929 a quien sería presidente para continuar el mandato 1928-1934, interrumpido por su muerte y un interinato (Portes Gil) cubrió el primer año de ese periodo. La elección del 17 de noviembre de 1929 se llevó a cabo en un escenario bastante conflictivo en el cual compitieron el Ing. Pascual Ortiz Rubio, postulado por el Partido Nacional Revolucionario y José Vasconcelos por el Partido Nacional Anti reeleccionista; la confrontación fue sangrienta y Vasconcelos fue vencido por los grupos políticos controlados por el poder del Estado, a cuyo mando se encontraba don Plutarco Elías Calles. En 1934 el PNR postuló al general Lázaro Cárdenas en elecciones relativamente tranquilas y en base a la ya aceitada maquinaria de ese partido. En 1940, Cárdenas inclinó la decisión sucesoria a favor del general Manuel Ávila Camacho, postulado ahora por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM, creado por Cárdenas en 1938 en sustitución del PNR), enfrentando la dura y ruda resistencia de grupos apoyados por Calles y militares inconformes con el cardenismo, en apoyo al general Juan Andrew Almazán en una muy confrontada elección que dejó serias dudas respecto al resultado electoral, aunque era evidente ya la fuerza política organizada en torno “a los gobiernos emanados de la Revolución”. Miguel Alemán fue el primer candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946, sin problemas electorales; mismos que no faltaron en la elección de 1952 cuando el PRI postuló a don Adolfo Ruiz Cortines, a quien le compitió fuertemente el general Miguel Henríquez Guzmán, del Partido Constitucionalista Mexicano. Existe constancia histórica de una elección bastante competida, que sin embargo dio el triunfo a Don Adolfo. A partir de esa elección el PRI mantuvo una larga hegemonía en elecciones caracterizadas por el irrestricto apoyo de los gobiernos a las candidaturas priistas, elecciones de Estado, pues. Hasta 1988, cuando el Frente Democrático Nacional (FDN) impulsó la candidatura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, apoyado por una coalición de partidos de izquierda, pero postulado por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, un partido que había sido satélite del PRI, muy similar por cierto a lo que ahora representa la franquicia del Verde Ecologista. Mucho se habló de una victoria cardenista, aunque el propio ingeniero reconoció no contar con pruebas documentales para demostrarlo. Sin embargo, esa elección marca un importante hito en nuestra democracia electoral, porque después de 1988, todo cuanto concierne a elecciones ya nada fue igual y solo 12 años más tarde llegó la primera alternancia en la presidencia de la república. Por supuesto, la elección de 2006 es significativa porque la diferencia de votos a favor de Calderón fue bastante estrecha respecto a los obtenidos por López Obrador, y fue gracias al Instituto Federal Electoral que la transición se realizó por vías institucionales. La contemporaneidad de la elección de 2018 nos releva de mayores comentarios, pero debe reconocerse que debido a la sólida presencia del órgano electoral (INE) fue un proceso, aunque colmado de incidentes, sin ningún matiz de duda sobre quien fue el vencedor, y el resultado nunca puesto en duda fue respetado por todos los contendientes. Solo para dejar un adelanto de los procesos electorales que en Veracruz han marcado época, apuntamos los municipales de 1973, cuando el PRI perdió Coatzacoalcos, Acayucan, Papantla, Poza Rica y Pánuco, eran cabeceras distritales, fue un verdadero hito electoral; años después de relativa firmeza electoral en 1994 el PRI tuvo su primer aviso de que algo no estaba funcionando bien, lo cual se reflejó en la derrota electoral en 54 municipios, confirmándose en 1997 cuando “el invencible” perdió 107 municipios. Pero eso ya es materia de otro comentario.

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