Si hiciéramos un inventario relativo a quienes durante por muchos años usufructuaron el poder agenciado a través del Partido Revolucionario Institucional sobrarían dedos de las manos para enunciar a quienes aún de vez en cuando transitan por los desérticos pasillos del otrora partido invencible. Ya seco ese panal las abejas emigraron hacia floras más abundantes, orientadas siempre por la reina madre cosificada en este caso por las circunstancias, y éstas ahora señalan hacia feudos de más ricos filones. La sangría en el PRI ha sido gota a gota, solo mediante la lente en retrospectiva es posible advertir el proceso de su deterioro, acerca de cómo, poco a poco, aquellos actores que usufructuaron al PRI o cambiaron de sede, o por expedientes particulares fueron obligados a adherirse a otros colores partidistas, o simplemente porque aquel hojoso árbol que fuera el PRI ya no da sombra. “La primera concesión es la que cuenta”, decía Carranza, y en este caso como en todo organismo vivo es posible señalar cuándo empezaron los altibajos en el PRI, uno de esos síntomas se manifestó cuando comenzaron las inconformidades y estas se concretaron en rebeldía, quién no recuerda a “los chapulines” y trapecistas que al no encontrar la postulación priista emigraron hacia otras siglas enriqueciéndolas con su experiencia. Aquello fue un fenómeno inevitable e irreversible porque el PRI estaba atiborrado de militancia en búsqueda de posiciones políticas. Quienes ahora mantienen viva la flama priista recogen sinsabores y el rechazo social promovido por quienes desean desaparecerlo del diagrama partidista del país; por supuesto, debido también a la transfusión de su “voto verde” hacia Morena, ese “voto duro” de quienes por su edad ya solo buscan la tranquilidad acunada en los programas sociales. La integración en base a Sectores ya es mera fórmula, el edificio que alberga a la CNOP permanece cerrado, el Sector Campesino es romántica entelequia y el Obrero yace inane por el fin del corporativismo que los alimentaba. Por encima, ahora el PRI carga con severa ruptura en su cúpula, que sin duda permea hacia su estructura y frágil militancia, mientras eso no se resuelva campeará como espada de Damocles sobre sus filas. El resultado electoral en el estado de México servirá de parteaguas, y de hecho será el arranque de todo movimiento en el PRI, ya para que Alejandro Moreno tome impulso en su desmedido afán de buscar la candidatura presidencial, y/o bien para quedar como sepulturero de una gran organización política sin cuyo concurso es verdaderamente difícil explicar la historia del México en su tránsito del ruralismo hacia el urbanismo, la emigración del campo a las grandes ciudades, la instalación de instituciones de Salud, infraestructura carretera, aeroportuaria, democráticas, de contrapeso político, de transparencia y rendición de cuentas etc., obviamente, acompañado e impulsado por la presión de fuerzas políticas opositoras con cuyo valioso concurso se demuestra que “todo lo que resiste, apoya”. Ciertamente en el PRI “hogaño ya no hay pájaros de antaño”, Cervantes dixit.