ColumnaSinNombre… PeroRapidita
@pablojair
A mediados de 2004, una fuente me comentaba que un ex empleado (vendedor de publicidad) tenía embargado al diario «La Opinión de Minatitlán» por una demanda laboral. Llegamos a contactar a esa persona (ya fallecida) para confirmar la información.
«Tengo hasta las llaves de todo el edificio», nos platicó en la desaparecida Cafetería del Centro, ubicada en la calle Iturbide.
En ese entonces, se había pensado con el jefe César Vázquez Chagoya (abrazo al cielo, patrón) publicar la noticia en el portal EnlaceVeracruz212 por la relevancia de que el segundo diario más antiguo del estado –con 89 años de haberse fundado; el más antiguo es El Dictamen de Veracruz– estaba pasando por una crisis. Al final, se decidió, por respeto de la familia Vázquez Chagoya a la familia Rodríguez Jara –propietarios de «La Opinión»– no dar a conocer esa información.
«La Opinión de Minatitlán» era un referente obligado en el siglo pasado; un periódico muy leído y todo un ícono de la ciudad.
Hasta antes de la llegada del internet, se puede decir que hubo una época de oro de los medios minatitlecos (que cubrían una gran parte de la región sur de Veracruz) con «La Opinión», el semanario «Mensaje del Sureste» y «Radio Lobo», cuya gerente más querida y recordada fue la contadora María Esther González Medina.
Quienes estuvieron a cargo del diario por muchos años fueron los fallecidos hermanos Hiram y Mireya Rodríguez Jara, aunque era sabido que el primero tenía otros negocios en varias partes del país y pocas veces se le veía en las oficinas del diario. Su hermana era quien llevaba la edición y dirección editorial.
Al paso de los años, y con la entrada de las nuevas tecnologías, «La Opinión» estaba evidenciando que tenía un fuerte rezago, pero seguía sosteniéndose de la venta del impreso y sus espacios publicitarios; clientela que también, con el relevo de las generaciones, fue disminuyendo.
Una broma entre los minatitlecos era que «La Opinión» ya solamente lo compraban los viejitos para ver las esquelas.
Pese a tener maquinaria para imprimir a color, «La Opinión» prefirió mantenerse a blanco y negro. Poco se apoya en redes sociales o página web; su circulación fue disminuyendo por los altos costos de impresión y por la entrada de los medios digitales, además de que la publicidad, tanto política como comercial, fue decayendo.
El fallecimiento de los hermanos también fue un duro golpe para la empresa periodística, pues el barco se quedaba sin sus capitanes y a la deriva.
Hoy se sabe que «La Opinión» tiene alrededor de un mes sin circular, pero que oficialmente no ha anunciado su cierre definitivo. De hecho, el problema es que la rotativa (porque siguen apostando al periódico impreso) se descompuso a raíz de una tormenta, y a pesar de que han llegado técnicos a tratar de repararla, no han podido arrancarla.
Para muchos minatitlecos (yo creo, que de chavorrucos nostálgicos como uno para arriba) sin duda es una noticia triste saber que el emblemático periódico esté suspendido, pero también es el ejemplo de que muchos impresos están pasando por una crisis que los está extinguiendo.
A eso debe sumarse que los hábitos de consumo de noticias han cambiado y ahora son los celulares (ya sea con redes o aplicaciones) el medio por donde mucha gente se informa de lo que ocurre en su comunidad o en el mundo.
Algunos periódicos o revistas ya han puesto el ejemplo de renovarse o morir: mudándose completamente a lo digital o usar un modelo híbrido, que también ya es una medida ambientalista casi obligatoria para ayudar al planeta, pues el papel surge de los árboles y ya no estamos como para tirarlos.
Ojalá que pronto regrese «La Opinión» a la circulación, pues de ahí también comen muchas familias, así como todavía hay un sector de lectores fieles a leer el periódico con su café por las mañanas.