Hay en el individuo, un deseo raro de permanencia, de trascendencia, de eternidad, que algunos la han resumido en una frase del poeta “Martí José”: “planta un libro, ten un árbol y escribe un hijo”…
Quizás por eso hay la imperiosa necesidad en muchos de escribir un libro para que su idea allí permanezca… o hay en otros, el que su apellido sea el que trascienda de manera compuesta en sus hijos… o ya de perdis, nomás el nombre…
En sí, es de cierta forma natural, que el ego, temeroso al olvido de una sociedad ingrata, insista en seguir “después de”…
Si los simples mortales no escapan de este deseo del “in saeculura saeculorum”, cuantimenos los endiosados políticos que, presas de la arrogancia, se dejan querer, apapachar, consentir y mimar por “el agradecimiento” del Pueblo Bueno y Sabio por haber posado sus ojos sobre ellos, en esa raza de bronce bendecida por sus obras…
A lo mejor estoy mal, pero por lo anterior en el párrafo de arriba, es que escuelas, calles, avenidas, hospitales, puentes y lo que igual se pueda bautizar en el nombre del Señor, llevan el apelativo de Miguel Alemán por todo lo largo y ancho del país…
Más aldeanos, acá hay colonias Villalpando, Fidel Herrera o bulevares Vicente Fox, más las que se me escapen…
Antes se estilaba que el nombre del político fuera posterior a su mandato, pero la preocupación quizás porque ese olvido de una sociedad ingrata los alcance, es que ya no se guardan los modos…
Así entonces, apareció un mural con la cara del secretario de Des-Gobierno, Eric Cisneros Burgos, en alguna escuela de algún recóndito municipio de Veracruz y por allí, otra en alguna pared donde estando en blanco sus muros, un alcalde misanteco tuvo a bien poner el rostro del cuenqueño, hasta que en alguien cupo la prudencia, y quitaron su “feis” y pusieron el de una mujer… eso sí, ya sin el empeño que le habían puesto al Bola 8.
La mañana de este miércoles, en mi Whatsapp, la primera imagen que me apareció, fue el trabajo de Reforma sobre el mural en el Conalep de Córdoba, recién inaugurado por el gobernador Cuitláhuac García y el secretario de Educación, Zenyazen Escobar.
Allí, en ese mural, una tercia de rostros destacan: Andrés Manuel López Obrador, Heberto Castillo y Cuitláhuac García…
Intenta uno entender las razones para que esas dos figuras acompañen al Ingeniero Castillo (éste sí, con I mayúscula) y a madrazos se podría comprender que el tabasqueño estuvo al lado de uno de los más grandes símbolos de la Izquierda en México y no como dijo Cuitláhuac, que don Heberto “acompañó” a López Obrador… quizás un desliz producto de su ya tan repetitiva estolidez a las que nos tiene acostumbrado o de esa ansia por en cada oportunidad, aplicar una “cromada” al Presidente…
Sólo por eso se puede entender que aparezca López Obrador al lado de Heberto Castillo… ¡ah! y como parte del culto al Presidencialismo, propio de cada partido que gobierna.
¿Y Cuitláhuac? Ha de disculpar la Izquierda, la zurda de a deveras, la pensante, la crítica, la de grandes ideales, pero nada tiene que hacer Cuic al lado del Ingeniero Castillo (igual, con mayúscula la I)… si fuera por relevancia, importancia, historicidad, se entendería, pero si tanta urgencia tenía Cuitláhuac de aparecer en ese mural, bien pudo estar allá, hasta abajo, a un ladito de Zenyazen, sin hacer tanto ruido… pero siendo justos y congruentes, igual hubiéramos preguntado: ¿Qué chingados hacen allí Cuic y Zenya?
Sí, ese deseo de permanencia, de eternidad, de trascendencia… que no se preocupe Cuic… es seguro que así como va, difícilmente se nos ha de olvidar el papelazo que hizo como Gobernador de Veracruz…