martes, noviembre 5, 2024

El Presidente soltó a sus perros contra Xóchitl

Si antes de que la mencionara por su nombre ya los amanuenses del Palacio, los moneros militantes, los youtuberos y bots empleados de Jesús Ramírez, los intelectuales orgánicos pagados por la 4T y hasta los periodistas que en el pasado fueron críticos y hoy son fanáticos militantes se habían lanzado con todo en contra de Xóchitl Gálvez, ahora que el Presidente pronunció su nombre y apellido para afirmar que ella será la candidata presidencial del Frente Amplio por México, a la senadora hidalguense le van a lanzar todo el aparato de comunicación y propaganda del actual gobierno, para tratar de desacreditarla, descalificarla y desgastarla.

Como si fuera una gracejada anecdótica o una simple ocurrencia, el Presidente dijo tener «información de mis gargantas profundas» (leáse el general Audomaro y el CNI) sobre supuestas consultas y acuerdos cupulares, promovidos por el empresario Claudio X. González, para que Xóchitl sea la candidata del frente opositor conformado por el PAN, PRI y PRD. «¿Por qué deciden a favor de la señora Xóchitl?, porque ellos suponen que si nació en un pueblo (El Valle del Mezquital, en Hidalgo) va a tener el apoyo del pueblo», dijo el Presidente, que de esa manera le colocó a la Senadora de la República un tiro al blanco para que todas sus hordas de seguidores y fanáticos disparen contra ella.

Por supuesto que López Obrador sabe muy bien el efecto que tendrán sus palabras y está muy claro que pretende, desde ahora, minar y desgastar a la que ve como una candidata de la oposición que puede crecer y amenazar a sus «corcholatas» más débiles. Porque por más que el Presidente pretenda etiquetar a la Senadora como parte de una «élite conservadora», la realidad es que su origen y su historia de vida, de superación y trabajo, habiendo salido de una zona indígena marginada, va a ser difícil de desacreditar y atacarla como alguien con un pasado elitista o acomodado.

Lo que más sorprende e indigna de la estrategia perversa que ayer echó a andar López Obrador en contra de Xóchitl Gálvez, es que proviene justo del mismo político que durante 18 años se dijo «perseguido, acosado y hasta desaforado por el sistema» y que hizo de esa victimización el motor que lo mantuvo vivo en tres campañas presidenciales hasta que logró ganar la Presidencia hace cinco años. Y que ahora la víctima política por excelencia se convierta en victimario, en contra de una mujer que aspira a la Presidencia, no hace sino confirmar que el poder trastornó y cambió completamente a quien hoy despacha en Palacio y que, con tal de mantenerse en el poder, será capaz de las peores bajezas e incongruencias.

Pero antes de emprender una cacería política y mediática en contra de la Senadora panista, el Presidente debe recordar muy bien que este país y sus electores, como la mayoría de los votantes del mundo, aman a las víctimas y que, así como a él lo catapultó y lo hizo candidato presidencial Vicente Fox cuando torpemente ordenó el proceso de desafuero en su contra en el año 2005, ahora él podría hacer que Xóchitl Gálvez, que hoy es una aspirante más de los varios que buscarán abanderar a la oposición en 2024, se convierta efectivamente no sólo en la candidata opositora, sino también en una víctima de persecución, acoso y golpeteo desde la Presidencia y desde el poder.

Y entonces sí, si AMLO repite con Xóchitl el error que Fox cometió con él, estaría cavando su propia tumba y la de su movimiento. Porque difícilmente alguna de las «corcholatas», empezando por la única mujer, podría competir con otra mujer que no sólo la supera en carisma y discurso, sino que además tiene una historia de crecimiento y superación de la pobreza, en la que creó su propia empresa y después incursionó en los cargos públicos, a diferencia de la posible abanderada del oficialismo, que proviene de una familia acomodada de científicos y académicos, y que antes de ocupar sus primeros cargos públicos, siempre de la mano de López Obrador, vivió de las grillas estudiantiles y de las becas de investigación científica.

Veremos si sus palabras de ayer en contra de la Senadora a la que, literalmente le soltó a sus perros entre sonrisas y ademanes, no terminan siendo un grave error para un Presidente que, si bien aún mantiene poco más de 50% de popularidad en las encuestas, también tiene otro 50% de mexicanos que, según los sondeos, rechazan su gestión y están en contra de su «transformación». Y esos, perfectamente, podrían entender el ataque de López Obrador contra Xóchitl Gálvez, como una señal de dos cosas: una, que es víctima de un ataque de poder del presidente y dos, que a ella es a la que le teme el presidente. Y en cualquiera de los dos casos, eso bastaría para que la apoyaran… Los dados mandan otra Serpiente. La semana sigue complicándose.

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