jueves, noviembre 21, 2024

Cuando llega la hora de recoger las varas

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Es una por otra: en nuestro país ejercer el poder político conlleva inherentes múltiples beneficios a quienes lo detentan, en esa gama cabe el jefe de jefes y se extiende hasta niveles cercanos a la intendencia, porque en nuestro país en verdad que nos gusta hacerle al cuento cuando de repente encontramos la oportunidad de tocar el timbre para decir hasta los buenos días. Sí, es cierto, en la vorágine en la cual se involucra quien logra una parcela de poder se truenan cohetes al por mayor y todo es alegría, ya a la mañana siguiente alguien se encargará de recoger las varas de los cohetes tronados. Tal ha sido desde el comienzo de los tiempos en la historia del hombre en su disfrute del poder, lo sorprendente radica en que por los siglos de los siglos el hombre no termina de aprender que la tenencia del poder político debe servir para servir, no para el auto privilegio. Esa sutil energía que entenebra la naturaleza humana la trastorna a tal grado de provocarle severa metamorfosis que los conduce incluso a creerse una especie de semidiós. Al menos en nuestro país está históricamente comprobado que el hombre del poder pronto olvida su condición de simple mortal, la vitrina de donde podemos extraer los casos es rica en ejemplares, pero por tratarse de uno de actualidad el doctor Hugo López Gatell, subsecretario de salud en el gobierno federal. Aún está fresco el trauma y las secuelas provocadas por la pandemia provocada por el Covid-19, quizás por un resorte psicológico de autodefensa colectivamente hemos preferido relegar al recuerdo las dramáticas escenas de las largas filas frente a los hospitales de enfermos de Covid esperando a ser atendidos, muchos de los cuales no alcanzaron esa oportunidad. También, la triste narrativa de las hileras de carrozas esperando turno frente a los panteones para depositar su carga fúnebre; qué decir de las tristes escenas de familiares desesperados en plena angustia por conseguir un tanque de oxígeno. Pero, por otro lado se escuchaba al doctor López Gatell menospreciar el uso del cubrebocas como recurso contra el contagio pese a las recomendaciones de la OMS, así como su desinterés por avocarse a conseguir las vacunas necesarias para el antídoto.  Y qué decir de su fallido cálculo que diseñaba una catástrofe si en México la pandemia causara 60 mil decesos, lo calificó como “un escenario catastrófico”. Fue un pronóstico catastróficamente erróneo porque la cifra de defunciones se elevó a más de 700 mil victimados. Sus críticos califican al doctor Gatell como “Doctor Muerte”, pero poco se inmuta el Subsecretario de Salud, así sucede cuando la red del poder sirve de malla protectora. Por ahora el doctor Gatell tiene quien lo defienda, entre otros el diputado del PT Reginaldo Sandoval, quien califica de “heroica” la gestión anti-covid de López Gatell. ¿De verdad fue conducción acertada la de este “servidor” público? Los números dirán su último veredicto cuando llegue el momento de recoger las varas.

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