A lo largo de la historia de la humanidad, los hombres del poder han tratado de borrar la obra de algunos de sus antecesores. Unos lo han logrado a medias o, por lo menos, la han opacado.
Los vencedores imponen siempre su versión histórica y ésta perdura mientras no se descubre la verdad.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha esforzado en crear un antes y un después de su ascenso al gobierno. Esto no es fácil en los tiempos de redes sociales e inteligencia artificial, donde casi todo se sabe de manera instantánea.
Por ello las elecciones del próximo año serán cruciales. Si Morena retiene el poder, entonces AMLO se consolidará como el gran transformador.
En caso contrario, las cárceles mexicanas serán insuficientes para encerrar a tantos servidores públicos de la 4T, incluidos gobernadores y altos funcionarios , acusados de haber incurrido en actos de corrupción, desacato de mandatos judiciales y violado leyes al por mayor.
El próximo gobierno, si es de oposición, acaso emprenderá la titánica tarea de corregir errores reales o ficticios, comenzando por los contenidos de los libros de texto.
Lo más grave para López Obrador Obrador no sería la cárcel, sino el olvido o la condena histórica. Su legado sería borrado o quedaría calificado como el peor presidente.
Por su edad, tal vez AMLO no sería llevado a prisión. Cuitláhuac no se salvaría. ¡Aguas!
¿Ustedes qué opinan, amables lectores?