Por Edgar Hernández*
Cuando Xóchitl sea presidenta de la República a partir del 2024, seguramente recordará que le resultó mas difícil vencer a Beatriz Paredes y su perversa nomenklatura aliada a López Obrador que a Claudia Sheimbaun.
Y es que, a pesar del respaldo nacional de este fenómeno de la política, de ser la aspirante consensuada por las mayorías, de tener prácticamente de rodillas al Peje dejando al mismo tiempo opacadas a sus corcholatas y representar para la democracia la más firme opción de cambio, sus propios aliados, los de casa, sus contlapaches, la vieja estructura de poder, particularmente el PRI, se empeñó en su derrumbe.
López Obrador de plácemes mientras sus opositores se auto devoraban semanas atrás.
Escondió el gato, pero dejó ver la cola cuando quedó al descubierto que la mano negra de Morena estaba atrás de la embestida escenográfica de Paredes como cabeza de los pactos en lo oscurito para bajar a Xóchitl.
Alito Moreno, con juego propio, pero siempre buscando engordarle al caldo a AMLO, la dejó correr, siempre con pie en Guatemala u otro en Guatepeor.
Jugar contra las mayorías, sin embargo, es muy difícil ganar batalla alguna y la del huipil, la de los ovarios bien puestos las traía y las sigue trayendo todas consigo. Y es que, contra el respaldo nacional ¿cómo ganas?
Cómo te explicas que sin elecciones a la vista -faltan 10 meses- es abrumador el arrebato popular en favor de la Xóchitl que hasta el momento se encuentra a tan solo seis puntos de la puntera, de la corcholata de López Obrador, la señora Sheimbaun.
Insisto, sin haber jornada electoral de por medio.
Palacio Nacional hoy está que arde. Muerta su alfil Beatriz Paredes, sin gas Claudia Sheimbaun, con Ebrard a punto de irse al FAM y con las fanfarronadas de Dante que a nadie convencen, solo queda bajar a la mala a la Xóchitl.
Así lo demuestra la última carta del Peje al pretender “inhabilitarla por 20 años como funcionaria pública” ya que, según Alejandro Robles, diputado de Morena, “realizó un uso corrupto de sus posiciones políticas”.
Ese es el grado de su desesperación.
Imposible echar a tierra sus aspiraciones con los presuntos miles de millones “ganados de manera ilícita” según denuncia del propio López Obrador en su mañanera.
Tampoco registra alteración alguna su andar so pretexto de que violaba las leyes electorales por actos adelantados.
Tampoco pudieron cerrarle la boca por defenderse de la cascada de ofensas lanzadas desde Palacio; no permeó en el imaginario colectivo la embestida de las redes sociales pagadas ni, como reseñamos líneas arriba, poniéndole enfrente a otra de su talla y con Huipil, Beatriz Paredes.
Acaso el mayor coraje y frustración de López Obrador lo sea que su “pueblo bueno” de la noche a la mañana le dio la espalda para entregarse a una mujer atípica que habla como ellos.
La que viene de los segmentos rurales más pobres, que no tiene güevos, pero si ovarios y el coraje para no dejarse y restregarle en su cara que los corruptos son ellos (él), que los tramposos y mentirosos son ellos (él) y que recoge el desánimo popular ante el fracaso de él, el innombrable, el YSQ, al que Xóchitl quitó la máscara para mostrar el verdadero rostro del dictador.
En el camino se quedan Paredes, Creel, Enrique de la Madrid y un par mas de oportunistas que por declinar recibirán su paga, una paga que les permitirá seguir nadando de a muertito con un sinfín de prebendas y valiéndoles madre que cuando se anotaron para la carrera presidencial sabían del repudio ciudadano y que iban a ganar perdiendo.
Ellos sí son los dinosaurios en extinción.
Una, Beatriz Paredes perdedora electoral los últimos 20 años que pega con la izquierda para cobrar con la derecha; otro, Creel, un exponente de la alta burocracia considerado el ya merito de nada y el otro más, Enrique, el hijo de un expresidente Miguel de la Madrid, considerado el mandatario más gris en la historia de México, quien el día del terremoto de 1985 se negó -por cuidar su imagen- salir a las calles en auxilio de los miles de muertos bajo los escombros.
Y si el pretexto de los opositores de casa fue que no se debían pelear porque el enemigo era el de enfrente, hoy que las encuestas -las de los partidos opositores y las del Frente Amplio por México y las de Morena- muestran que la simpatía ciudadana está abrumadoramente en favor de Xóchitl Gálvez, pues a sumarse para derrotar a la corcholata, que es lo mismo que derrocar a López Obrador.
Hoy por lo pronto la tamalera y vendedora de gelatinas gana… lo que sigue es ¡Palacio a la vista!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo