martes, noviembre 5, 2024

La era de los claudiazos y el efecto Marcelo


Claudia Sheinbaum
 tiene el mando de la 4T que le entregó López Obrador, pero lo que aún no tiene claramente es el liderazgo total de ese movimiento político. La ausencia ayer en el Consejo Nacional de Morena de dos de los que fueron sus contrincantes en el proceso interno, Adán Augusto y el ya separado Marcelo Ebrard, confirma que por más que en Morena repitan como un mantra la palabra «unidad» y por más que la cargada política e institucional ya esté arropando a la doctora en su candidatura presidencial, las heridas internas no han sanado del todo y, lejos de estar resolviendo el reparto de posiciones acordado en las reglas del proceso, Sheinbaum empieza a ejercer un poder que incumple y excluye a los que debería convencer y sumar.

El fin de semana, las primeras decisiones que tomó Claudia, a las que dentro de Morena ya se refieren como «los claudiazos”, provocaron una serie de reacciones, rumores y sacudidas al interior del partido, donde se empieza a percibir que la línea dura de los grupos que rodean a la virtual candidata no está dispuesta a ceder espacios a los aspirantes perdedores y a sus grupos. Por ejemplo, desde el sábado circuló la versión de que Adán Augusto sería presentado primero como coordinador de la campaña presidencial y después se dijo que como nuevo presidente del partido en sustitución de Mario Delgado, que buscaría ser candidato a Jefe de Gobierno de la CDMX.

Y aunque sí hubo pláticas y negociaciones para que Adán asumiera la dirigencia nacional de Morena, al final Sheinbaum no pudo concretar su ofrecimiento porque Mario Delgado decidió no moverse en busca de la candidatura capitalina cuando vio que Omar García Harfuch había presentado su renuncia a la secretaría de Seguridad Ciudadana para quedar habilitado como aspirante a la nominación morenista. La conocida cercanía de Omar con su exjefa y la percepción de que él será la carta con la que Sheinbaum juegue por la ciudad, hicieron que Delgado repensara su salida y eso impidió el nombramiento del exsecretario de Gobernación, que ayer se disculpó por no poder asistir a la sesión del Consejo morenista, aunque según sus cercanos no asistió porque no le gustó el manoseo de su nombre.

Para colmo, los ultras de Morena que apoyan a Sheinbaum tampoco vieron con buenos ojos la habilitación de García Harfuch para poder competir en el proceso por la candidatura a jefe de Gobierno. Liderazgos del morenismo capitalino no piensan permitir que el exsecretario de Seguridad se les cuele como candidato cuando no le reconocen militancia en el movimiento y comenzarán a soltar información en contra del popular exsecretario de Seguridad. En el bloque que irá en contra del llamado «Batman» están personajes como el actual jefe de Gobierno, Martí Batres, el vocero presidencial Jesús Ramírez y por supuesto la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, que es la candidata del ala dura del morenismo.

A todo eso se suma la manera simplista y un tanto infantil con que la nueva «Jefa» de la 4T ha decidido abordar la ruptura de Marcelo Ebrard que hoy anuncia ya su decisión de iniciar su propio movimiento en el encuentro con sus seguidores en la Ciudad de México donde se plantearán las «opciones» que tiene el excanciller para estar en la boleta presidencial en el 2024. La pregunta que hará Marcelo a sus simpatizantes y operadores es en realidad algo retórica porque sus pláticas con Movimiento Ciudadano y Dante Delgado para volverse candidato del llamado partido naranja, están más que avanzadas y sólo falta que el enlace político sea anunciado a la sociedad en los próximos días.

Y por más que tanto López Obrador como Sheinbaum repitan que Marcelo «no nos va a afectar en nada» con su salida porque él sólo tiene simpatías en las clases medias y que en una de esas manda a Xóchitl al tercer lugar, ese es un análisis muy simplista y poco realista de lo que puede ser el «efecto Marcelo» en la elección presidencial. El 25% que Ebrard obtuvo en la encuesta morenista le da a MC para que se vaya de entrada al doble de su votación federal; es decir que si hoy Dante trae 8 se va al menos a 16% y ahí ganarían muchas posiciones en el Congreso de la Unión y el partido naranja se convertiría en el partido bisagra en la Cámara de Diputados.

Así que, de inicio, la fractura de Marcelo le puede costar a Morena y al lopezobradorismo su mayoría en el Congreso, con lo que se acaba el llamado «Plan C» del presidente que declaró que ganar mayoría absoluta en la próxima legislatura era tan prioritario y necesario para la continuidad de su movimiento como ganar la misma Presidencia. Y ahí es donde la soberbia de Claudia y su grupo que parte de la idea de que son «moralmente superiores» y desdeñan a otros liderazgos y corrientes internas, le puede costar mucho a la futura candidata. Porque si además del riesgo de perder el Congreso se cumple alguno de los escenarios que se empiezan a perfilar, en el que Ebrard y Xóchitl hagan campaña por su lado cada uno y antes de las votaciones de junio se midan los dos en una encuesta o primaria, para que uno decline en favor de la otra o viceversa, entonces sí la oposición unificada podría ganarle a Morena hasta la Presidencia de la República.

Bienvenidos, pues, a la era de los «claudiazos» en Morena y al inicio del movimiento ebrardista que parece decidido a todo con tal de aprovechar su última llamada por la Presidencia de la República. Y mientras López Obrador elogiaba al presidente chileno Gabriel Boric y recordaba a Salvador Allende en el Palacio de la Moneda, acá en el país su partido cruje y se le empiezan a descomponer los acuerdos internos amenazando la muy frágil unidad del movimiento oficialista.

Los dados abren con Serpiente Doble. Semana de retos.

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