miércoles, diciembre 25, 2024

Gonzalo Martré, entre el humorismo y la ironía

“95 años de vida.”                                                        

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

     El género del cuento en México ha contado con extraordinarios expositores. Si pensamos en algunos autores clásicos del cuento mexicano vienen a mi mente Alfonso Reyes con “La cena”, los bellos e inmortales cuentos de Juan Rulfo, Sergio Pitol, Elena Garro, no obstante, si pensáramos en cuentistas donde la ironía y el humorismo son estilos y formas fundamentales en sus historias; surgirá el nombre de René Avilés Fabila, algunos cuentos de José Revueltas y aquí también se puede ubicar a Gonzalo Martré, un reconocido novelista y cuentista. Gonzalo Martré ha tenido una destacada carrera como periodista. Fue editorialista del periódico Excelsior, dirigió diversas revistas literarias, en su Estado natal Hidalgo fue galardonado con el Premio al Mérito Artístico del Estado de Hidalgo y, en general, estamos ante un personaje que se ha dedicado a la literatura y al periodismo desde los años sesentas del siglo pasado. Leerlo y conocer parte de su obra es un homenaje a una vida volcada a la literatura.

     El libro de Gonzalo Martré titulado: “La emoción que paraliza al corazón”, está integrado por trece cuentos. Desde un inicio se siente la ironía y el sarcasmo en las historias desarrolladas, claro, esto incluye percibir la crítica implícita en las historias. No he leído sus novelas, más al investigar sus datos biográficos me encontré que desde hace muchos años aborda temas como la homosexualidad, la sexualidad, por supuesto que abordar estos temas en las décadas de los 60-90 del siglo XX, literariamente era señalado como algo incorrecto. Por supuesto que Martré no lo dejó de hacer y a través de la mordacidad y la bella prosa desnudó muchos males que nos aquejaban y nos siguen aquejando.

     En los cuentos de Gonzalo Martré los lugares, regiones, culturas, problemáticas, etc., pueden variar. En algunas obras toca desde una posición crítica temas netamente mexicanos, en otras lo que importa es el contenido temático de las historias, esto incluye la trama, la estructura del cuento, la conexión de una historia con otra. Un ejemplo es el cuento titulado: “Emociones fuertes.” Aquí la historia parece realista, lineal, tradicional. Una rica mujer llamada Bertha Tomellín era apasionada, mejor dicho, obsesiva en adquirir casas con una arquitectura muy singular, muy especial. En cualquier lugar del mundo donde ella viera o supiera que se podía adquirir una casa con características particulades, ahí estaba ella para comprarla y disfrutarla. Un día cualquiera paseaba en su yate con Joaquín, Joaquín es homosexual y esta preferencia será tratada en parte de las historias. En el viaje contemplaron en Playa del Carmen una casa abandonada, bella y en el cuento se desarrolla la historia inicial hasta el momento en que Bertha compró la casa. Lo interesante es que al momento de la compra el notario fue muy específico al señalar que la casa ya era suya, pero que había una puerta que no debían abrir, si lo hacían quedaba la responsabilidad sólo en los nuevos dueños.

      Esta información misteriosa, enigmática, provocó en Martha mayor interés por la casa. A los pocos días ofreció una cena e invitó a sus amigos más cercanos. La única forma de llegar era en helicóptero, más ese no era problema, Martha se encargó de todo para que la cena fuera un éxito. Comieron langostas, bebieron buenos vinos, unos se bañaron en la mar, otros se emborracharon, y pasó lo que tenía que pasar, una pareja decidió romper la regla e ingresaron a una habitación por la puerta prohibida. A partir de aquí cada pareja o persona que por diferentes motivos ingresa a la zona prohibida vivirán “Emociones fuertes”, por supuesto que hay mucho de literatura fantástica y una amplia diversidad de historias en una sola historia.

     En el cuento: “En Alabama no quieren a los panchitos”, el tema central de la historia es el racismo. Allí el señor Faubus vive frustrado y amargado porque le nació un hijo de color negro. A este niño lo tienen encerrado y apartado, no lo tratan mal, pero no permiten haga su vida normal porque es inconcebible que las demás familias sepan que a los Faubus les llegó esa desgracia: “–Los Faubus –Explicó innecesariamente –, hemos cuidado la pureza de nuestra raza por poco más de un siglo y medio. Pero ha sucedido algo que me tiene consternado y al borde del suicidio: ¡Mi último hijo es negro! Se mesó dramáticamente los níveos cabellos y exclamó: ¡Señor, qué he hecho para merecer semejante maldición!

     El señor Faubus plática con su antiguo amigo, un médico que había ido a la Universidad de Alabama a disertar sobre: “La epistemología del lenguaje coloquial de la Banda de Los Panchitos”. Entonces, el señor Faubus le habló por teléfono y lo citó en su casa para que su amigo lo ayudara a resolver esa maldición. Le pidió a su amigo que hiciera hasta lo imposible por volver a su hijo blanco, e incluso, fue muy enfático al señalar que le pagaría lo que fuera, pero que él quería ver a su hijo blanco. El médico supo que era algo muy difícil de lograr, empero, emprendió el proyecto. Lo primero que solicitó fue que al niño debían hacerle una operación en su rostro, porque antes de pretender cambiarle su color debían cambiarle su semblante, en caso de no hacerlo de poco serviría cambiarle el color, ya que sería blanco más sus gesticulaciones seguramente serían toscas. Así se fueron cumpliendo con todas las medidas y peticiones realizadas por el médico. El lector debe saber que al final el objetivo se logró, el niño negro pasó a ser blanco.

     A los pocos días el médico recibió una llamada, el señor Faubus estaba molestísimo, quería denunciar al médico debido a que su hijo Oliver encontrándose en plena clase escolar con niños blancos de su “propia clase”, de pronto, regresó a su color original y eso representaba ser una enorme humillación para la familia…el médico no lo puede creer, afirmaba que era imposible ya que había ejecutado un trabajo perfecto. El niño Oliver, tal vez, empezaba a descreer lo que le habían enseñado: que ser negro era una enfermedad.

     Cuentos de ironía, formas tan sutiles de decir una verdad.

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