miércoles, diciembre 18, 2024

Claudicación y narcoestado

La violencia que desde los gobiernos federal y estatal se niegan a ver, volvió a mostrar su cara más cruda en Veracruz.

La tarde de este jueves fue asesinado con siete balazos un aspirante de Morena a una diputación local. Se trata de Manuel Hernández Hernández, quien se desempeñaba como director de Política y Gobierno del Ayuntamiento de Misantla y acababa de separarse del cargo para inscribirse en el proceso de su partido para ser abanderado por ese mismo distrito.

Un grupo de motociclistas lo interceptó en una comunidad y éstos abrieron fuego contra el vehículo en el que transitaba, matando instantáneamente al político que se dirigía a Xalapa para asuntos electorales. Porque pueden y no pasa nada.
El estado de descomposición avanza aceleradamente en Veracruz conforme se acerca el fin del sexenio de Cuitláhuac García quien, en los hechos, ya no gobierna, si es que alguna vez lo hizo. De lo único que se ocupa es de lanzar diatribas e incoherencias contra quien evidencia su monumental incompetencia, lo mismo periodistas que autoridades municipales, mientras la entidad se le cae a pedazos.

Fue lo que sucedió, por ejemplo, con la alcaldesa de Acayucan Rosalba Rodríguez, quien tuvo que ir a un medio de comunicación de la Ciudad de México para denunciar que el crimen organizado busca tomar el control de los municipios en su región, porque en Veracruz no les hacen caso. Y por respuesta obtuvo un miserable “si no puede, que renuncie” de un gobernador que jamás ha podido nada en casi seis años, lo cual ha causado un vacío de poder que, como es sabido, siempre habrá quien lo llene. Y suele ser la delincuencia organizada quien lo hace.

La situación es tan grave que la alcaldesa de Acayucan, en entrevista con La Clave, manifestó que han considerado, a petición de la misma población, establecer controles sobre quién entra y sale de los municipios de la zona sur de Veracruz. “Muros”, les llamó, ante la desesperación por los constantes ataques y amenazas de los criminales, de las cuales ella también ha sido víctima.

Esta situación no es privativa de Veracruz. En general, la ingobernabilidad se extiende por amplias zonas del país por la omisión –cuyas evidencias de complicidad son cada vez más claras- de quienes tienen la obligación de resguardar la seguridad de la población y el Estado de Derecho.

En entidades como Guerrero se ha llegado a extremos insostenibles. Ante la violencia generalizada, los obispos de ese estado se sentaron a ¡negociar! con los criminales una tregua para detener la sangría que invariablemente alcanza a la población civil. Con resultados infructuosos, valga decir. A los asesinos no les importa seguir matando.

Lo verdaderamente insólito fue la respuesta que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador a este acto temerario y desesperado de los clérigos. “Lo vemos muy bien, nada más que nada de acuerdos que signifiquen conceder impunidad, privilegios, licencias parta robar”, dijo el jefe del Estado mexicano.

Y todavía señaló que “siempre los sacerdotes, pastores, integrantes de todas las iglesias participan, ayudan en la pacificación del país. Lo veo muy bien. Creo que todos tenemos que contribuir a conseguir la paz. Desde luego, la responsabilidad de garantizar la paz y la tranquilidad es del Estado, eso debe de quedar muy claro”, cuando lo que está pasando es a causa precisamente de que el Estado ha dejado pasar y hacer a los criminales a su antojo, y desde otras instancias, como las iglesias o la propia población, tienen que salir a defenderse como puedan, pues con el gobierno no se cuenta. Ahí solo están preocupados por perpetuarse en el poder.

El proceso electoral en curso se avizora más violento que nunca, con los delincuentes buscando incidir directamente en los resultados. Por eso asesinan aspirantes a puestos de elección popular. Por eso buscan controlar el territorio desde los gobiernos municipales. Con la complacencia de un régimen cuyo hedor a narcoestado es proporcional a su claudicación a gobernar para el pueblo, como se llenan la boca diciendo.

“Hay quienes opinan que es mejor no hablar”, afirmó la alcaldesa Rosalba Rodríguez en la entrevista con La Clave. Sí. Eso es precisamente lo que quieren.

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