Será a partir de marzo próximo cuando podremos escuchar de quienes aspiran a gobernarnos, José Yunes Zorrilla y Rocío Nahle, sus respectivas propuestas para formular un Programa de Gobierno cuando quien gane la elección el 2 de junio despache en el Palacio de Gobierno de Xalapa. El OPLE ya decidió que habrá dos debates entre ambos personajes, seguramente uno de los temas que se abordaran será el del agua para consumo humano, la industria y el sector agropecuario, tema de interés fundamental, sin duda alguna. Aunque en días pasados Yunes Zorrilla expresó su opinión alusiva a la ocurrencia presidencial de llevar agua a la zona metropolitana de la CDMX y al norte del país desde los ríos de Veracruz, no se ha escuchado aún la opinión de Rocío Nahle sobre este particular. Ocurrencia, decimos, porque este presidente está a solo siete meses de concluir su gestión y si se revisan las partidas presupuestales relativas al problema hídrico de México se podrá constatar una reducción bastante pronunciada de los recursos destinados a asunto tan trascendente; además, la declaración del presidente solo fue enunciativa porque nunca antes se ha hecho referencia a un programa de tal naturaleza, y porque un acueducto no se construye de la noche a la mañana, y porque no existe presupuesto para eso.
Sobre llevar agua de un rio veracruzano al norte de la república se sabe de un proyecto para suministrar agua del rio Pánuco a Monterrey, pero nada más. La dependencia dedicada a atender este asunto es CONAGUA, pero hasta ahora nada ha informado acerca de su estrategia para aminorar los efectos del tremendo estiaje que se avecina en buena parte de la república, señaladamente en la zona metropolitana de la CDMX por tratarse de la concentración humana más numerosa del país. Para comprender bien a bien las implicaciones del dicho presidencial podemos traer a cuento aquella componenda entre Obredecht y Javier Duarte, entonces gobernador de la entidad, en su pretensión de construir un embalse en el río La Antigua a la altura de Jalcomulco (un contrato radicado en la notaría número 5 de la CDMX a cargo de Eduardo García Villegas, esposo de la entonces ministra Olga Sánchez Cordero) con el propósito de bombear el agua desde ese punto a la ciudad de Xalapa, dizque para resolver el problema de la escasez del vital líquido que desde entonces ya se hacía presente. Para ese propósito se creó una empresa (Sociedad de Propósitos Múltiples Xalapa, SAPI de CV) en la que el gobierno estatal de entrada invertiría 355 millones de pesos. Ese proyecto abortó gracias a la presión ejercida por activistas ambientalistas y el alcalde de Jalcomulco para evitar el grave daño ecológico a la región. Por nuestra parte, ya podemos imaginar el monto de los recibos por el suministro de esa agua bombeada desde Jalcomulco hasta esta zona metropolitana. Obviamente, sería un motivo más para la protesta.