viernes, noviembre 22, 2024

Reimaginando la educación: Autonomía, innovación y tecnología para su transformación.

Es indudable que la educación es un pilar fundamental para el desarrollo y la movilidad social de un país. Dotar de capacitación, equipamiento, herramientas, instalaciones, modelos educativos y políticas adecuadas, son esenciales para contribuir a su fortalecimiento, modernización e innovación y, con ello, responder a las necesidades individuales y generales de las personas.

En este sentido, la educación debe observar elementos que pongan en el centro de este proceso al estudiante, proporcionándole las habilidades y competencias no sólo temáticas, sino aquellas que le permitan construir de forma personalizada una formación que se adapte a sus necesidades y potencialidades.

La educación enfrenta el desafío de transformarse para mantenerse relevante en un mundo en constante cambio. Una pregunta recurrente que está en el aire es:  ¿La educación que se imparte en los distintos niveles y planteles educativos ha convertido el conocimiento, y su valor intrínseco, en un instrumento mecanizado donde capacidades y fortalezas como la curiosidad, la imaginación, la creatividad y la reflexión quedan reemplazadas por conceptos y prácticas inútiles que desplazan la eficacia y utilidad de los aprendizajes, la aplicabilidad de los conocimientos, los valores y las capacidades intelectuales y personales?.

Como respuesta a esa interrogante, diversos especialistas plantean la premisa de que la educación debe promover el desarrollo autónomo e independiente, propiciar escenarios donde se observe al mundo como una tarea, como una inacabable confección, como un quehacer del que sentirnos responsables, en donde confluya, participe y colabore la pluralidad humana. Donde, además, se organicen y establezcan las condiciones para que cada estudiante tenga su propia manera de hacer, sentir y ver las cosas y, desde esa individualidad, determine qué y cómo quiere ser y, cómo debe actuar, es decir, definir qué clase de ser humano desea ser.

En este contexto, se distingue una ecología educativa en ecosistemas abiertos de aprendizaje, donde la tecnología se utiliza para amplificar una educación fundamentada en principios inclusivos, abiertos y ubicuos. En donde la transformación de los espacios formativos, la didáctica pedagógica, sus dinámicas, herramientas y metodologías, inspiran y garantizan cambios significativos en la enseñanza y abre puertas a la innovación, al diseño de estrategias creativas, el pensamiento crítico, la inteligencia emocional, el aprendizaje colaborativo, el autoaprendizaje, la creatividad y la solución a problemas reales. Donde el conocimiento sirve para forjar personas libres, independientes y autónomas.

Estos expertos también coinciden en que el sistema educativo actual requiere un cambio necesario y urgente. Desanclarlo de prácticas superadas, que respondan a las necesidades de la era digital.  Sir Ken Robinson, una figura reconocida en el mundo de la educación, señala que, mientras los ámbitos económicos, culturales y personales han sufrido una transformación enorme, en los últimos 50 años, los sistemas educativos no han movido un ápice sus programas y sus objetivos.

En el libro “Clase Disruptiva: Cómo la Innovación Disruptiva Cambiará la Forma en que el Mundo Aprende” de Clayton Christensen, Michael B. Horn y Curtis W. Johnson, se establecen algunos principios de la innovación disruptiva para repensar la educación y superar los obstáculos que han dificultado la reforma educativa en el pasado, democratizando el acceso a la educación y personalizando la experiencia de aprendizaje. Propone la adopción de enfoques más flexibles y tecnológicos que preparen a los estudiantes para afrontar un mundo en constante cambio. Refiere también, modelos alternativos y el aprendizaje adaptativo. Al aplicar estos principios, es posible transformar el paisaje educativo, competir en un mundo globalizado, mejorar la calidad y la accesibilidad de la educación y remodelar la forma en que el mundo aprenderá en el futuro.

Para concluir, es preciso destacar ejemplos de innovaciones disruptivas en educación, como el sistema de inteligencia artificial de la compañía Capaball para crear itinerarios formativos personalizados en función del perfil del estudiante. Otra referencia es el concepto de hiperaula que combina hiperespacio, espacios amplios, abiertos y flexibles que pueden reorganizarse para el trabajo en equipo o individual; hipermedia, aulas donde la tecnología constituye un entorno en sí mismo y no un mero apoyo; y, la hiperrealidad, utilización de realidad aumentada, virtual, 3D o inmersiva con un alto potencial docente. Otras referencias son la universidad danesa Kaospilot, la norteamericana Minerva o la sueca Hyper Island, quienes han puesto en práctica planteamientos educativos innovadores como: renovación frecuente de contenidos, proyectos reales con empresas, ausencia de itinerarios predefinidos, aprendizaje prueba-error en lugar de exámenes y de clases magistrales, aprendizaje basado en la experiencia de alumnos y profesores, metodologías orientadas a explotar el liderazgo y el emprendimiento. Estos ejemplos ilustran cómo la educación está evolucionando para satisfacer las necesidades cambiantes de los estudiantes y la sociedad.

Finalmente, y ante la transición educativa que vive nuestro país, es pertinente plantear la siguiente interrogante: ¿Los principios y objetivos que propone la nueva escuela mexicana se apoyan de la implementación de innovaciones disruptivas en la educación, como la personalización del aprendizaje y la integración de tecnología para impulsar el desarrollo autónomo, el pensamiento crítico, la equidad en el acceso a la educación, la diversidad cultural y lingüística, y la mejora de la calidad educativa en todas las regiones del país para enfrentar los desafíos del siglo XXI?

Ideario en Perspectiva

PISA es un referente global para comparar tres elementos que permiten observar la situación de los sistemas educativos nacionales, a saber: el crecimiento en niveles de aprendizaje de los estudiantes (lectura matemáticas y ciencias); la desigualdad en los niveles de aprendizaje (monitoreo del progreso de los aprendizajes), y la inequidad en la infraestructura y materiales educativos (abordar disparidades). Si México, como se vislumbra, no participa en la siguiente edición de esta evaluación, se estaría dejando de lado información invaluable para el análisis de la mejora educativa, ¿Cuál será nuestra referente para proponer políticas públicas sobre el tema?

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