Opiniones y Comentarios
Julio Ricardo Blanchet Cruz
Como ya se había supuesto en este mismo excomulgado espacio. Lo de excomulgado es por 2 razones. La primera, porque desde hace muchos años, cuando era yo joven, unos amigos me invitaron a la inauguración de una pizzería que abrieron casi en el centro de Coyoacán, a la vuelta de una famosa igle$ia, en la hoy CDMX…
Como en aquél entonces comía de todo, acudí y antes de que repartieran las rebanadas, se procedió a bendecir el local, echándole agua bendita, para que les fuera bien en el negocio…
Para ello llegó un cura que se metió hasta la cocina con su acólito, que era quien cargaba el balde de donde sacaba el agua ya previamente bendecida -cuando toda el agua es bendita- Ya en el lugar para los clientes, bueno se le hizo al cura echarnos agua bendita a quienes estábamos presentes antes de entrarle a la pizza…
No éramos muchos los invitados. Pero cuando llegó frente a mí, se me quedó viendo y ante todos -qué falta de cortesía- dijo que a mí no; y me saltó. Yo lo atribuí a que era el último de la fila o que ya se le había acabado el agua…
Pero como que me vio cara de ya apúrate para entrarle al vinito y a la pizza escuchando música italiana. Creo que estaba de moda Al di la, con Emilio Pericoli, así que ya sabrán hace cuánto tiempo de eso, y por eso me excomulgó. Ya luego lo hice por voluntad propia. No muy me caen bien los charlatanes…
Pero estábamos en que ya había supuesto que eso del covid-19 y la Carabina de Ambrosio, sería el pretexto que le cayó como anillo al dedo a los demócratas, para sacarlo de la competencia por la dizque democracia. El Hombre ya no podía más. Nunca debieron dejarlo llegar hasta aquí…
Y lo mismo y algo tiene que ver con el regreso de Donald Trump, quien ha declarado que acabará con la guerra en Ucrania, donde la guerra, como en este espacio siempre se dijo, está perdida y es inmoral seguir sacrificando vidas en aras de una necedad y por ambición…
Zelensky, que tiene menos neuronas de Ebrard, o por ahí se van, es tan tonto, que todavía tiene esperanzas; y así lo declaró, de que se pueda suspender la “fase caliente de la guerra, hasta fines de año”...
Como si los acuerdos de Minsk no hubieran servido para armarlo. Y Putin fuera a aceptarlo. Parece que todavía no se da cuenta de que lo chamaquearon -diríase que le vieron la cara de tarugo- con el cuento de que podría ingresar a la OTAN…
Finalmente se dieron cuenta de que no pudieron con Rusia y ahora, hasta el propio Zelensky, quien había prohibido que se hablara con Putin, dice que aceptaría hablar con él para negociar la paz…
Pero lo cierto es que los territorios independentistas que ya forman parte de la Federación Rusa, ahí se quedan y los que se van son los ucranianos. Fueron a reconquistar una tierra y acabaron siendo expulsados. Para Kafka (1883 – 1924)…
Personaje de quien comentamos ayer, ligado a lo absurdo; y de quien voy a contarles una historia que pocos conocen y que seguro hará que piensen de diferente manera a como nos los han presentado…
Pues igual que mal nos hemos imaginado a un Emperador Iturbide; que fue quien consumó la Independencia de México; y no se habla de él como de Hidalgo y Morelos. Aun Napoleón Bonaparte; que mandó aprehender al Papa Pío VIII y lo metió a la cárcel. O a un Adolfo Hitler, aquien le echaron montón…
Y como la Historia siempre la escribe el vencedor, pues son unos monstruos. Personajes, como a muchos otros, a quienes la propaganda a estigmatizado…
Pero ahí va la historia de los viajes de Franz Kafka -trascribo-…
Caminaba un día por un parque de Berlín, cuando se encontró con una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito.
Kafka le dijo a la niña que se encontrarían allí al día siguiente y que volverían a buscarla. Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Franz le dio una carta escrita por la muñeca que decía: por favor no llores. Hice un viaje para ver mundo. Te escribiré sobre mis aventuras.
Así continuó hasta el final de la vida de Kafka, quien nunca se casó ni tuvo hijos.
Durante sus encuentros, Kafka le leía las cartas de la muñeca, cuidadosamente escritas con aventuras y conversaciones que a la niña le parecían adorables.
Finalmente, Kafka trajo de vuelta una muñeca (compró una) que según él había regresado a Berlín…
No se parece en nada a mi muñeca, dijo la niña.
Kafka le entregó otra carta en la que la muñeca escribía; “Mis viajes me han cambiado”. La niña abrazó su muñeca y se la llevó a su feliz hogar. Un año después murió Kafka…
Muchos años después, la niña, ahora adulta, encontró una carta dentro de la muñeca. En la minúscula carta firmada por Kafka, decía: Todo lo que amas, probablemente se perderá, pero al final, el amor volverá de otra manera.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.