Estar del lado opuesto de donde se encuentran los resortes del poder político es posición incómoda, sin embargo, esa condición forma parte indivisible de la lucha por el poder porque la uniformidad no se incuba ni es flor cultivable en una sociedad diversa por la disparidad de clases que la integran. La capacidad de respuesta de una fuerza opositora se mide por su experiencia en esas lides. Es posible comprobarlo en la capacidad de convocatoria y de respuesta de una oposición frente a medidas gubernamentales, o bien después de un proceso electoral de tufo fraudulento; en ese tenor, en América Latina históricamente hemos observado cómo se movilizó la ciudadanía de Chile cuando el dictador Pinochet decidió convocar a un referéndum popular sobre el Sí o el No de su permanencia en el poder, la respuesta fue abrumadoramente por el No, y Pinochet se fue. Caso diferente es el de Venezuela, donde los opositores al chavismo han escenificado concentraciones tumultuosas en contra de la permanencia de Maduro en el poder, pero, pese a los repetidos mítines masivos la complicidad de militares con Maduro lo ha mantenido en su posición a capa y espada. Ante el hambre y la extrema pobreza provocada por la fórmula bolivariana, la necesidad y la impotencia de no poder contra Maduro obligó a más de 8 millones de venezolanos a emigrar de su país, esa circunstancia conformó este domingo, una vez más, la fuerza opositora para democráticamente derrotar a Maduro, sin embargo, el sucesor de Chávez aún sigue allí. Ya hemos sido testigos de la multitudinaria concentración de venezolanos exigiendo se respete el resultado electoral que aparentemente favorece a la fuerza opositora, pero Maduro se aferra al poder ¿triunfará esta vez la oposición arrojándolo del poder sin saldo sangriento? Con la OEA, los Estados Unidos y varios gobiernos más en contra, lo de ahora no difiere en mucho de dos elecciones anteriores y el chavismo permanece, seremos testigos del desenlace.
Pero hablamos de oposición organizada, de su capacidad de respuesta, de su experiencia en convocar a sus bases en Chile, en Brasil, en Argentina, en Venezuela, ¿qué hay de México? Desde su fundación en 1939 el PAN figuró como la genuina oposición partidista, fue el partido antagónico del PRI por excelencia, porque el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana fueron comparsa del PRI, y los partidos colocados en el ángulo izquierdo vivieron en su eterna esquizofrenia sectaria, fraccionados y con militancia de café, hasta que apareció el PRD en 1989 y ocupó el ala izquierda del diagrama opositor partidista; en realidad con escasa convocatoria, salvo en el episodio electoral de 1988 cuando por efecto de las sucesivas crisis económicas el caldo de cultivo fue propicio para crear una opción opositora, que no fue el PAN sino Cárdenas y Muñoz Ledo, pero el Frente Democrático Nacional actuó sin auténtica estructura electoral, cosechó del atractivo del apellido Cárdenas y la inconformidad popular, pero no le alcanzó para un triunfo efectivo ¿cómo comprobarlo si no tuvo militancia para colocar representantes en las casillas? Cárdenas lo supo y sin testimonio documental de su imaginada victoria nada pudo hacer. Esa fue la oposición efectiva en México, primero solo el PAN, después, ya en los albores de nuestra democracia, en la década finisecular, ´surgió el PRD y ambos partidos, el PAN con más acento, comenzaron a obtener sonados triunfos electorales, primero en municipios capitales estaduales y pronto gobiernos estatales. Cuando el PRD se desangró alimentando a MORENA perdió a sus mejores cuadros con experiencia opositora y ahora este partido es gobierno. Si bien el PAN vivió en la oposición durante mucho tiempo y ganó experiencia en esa circunstancia, ahora que vuelve a ese redil se enfrenta con una percepción ciudadana muy molesta y decepcionada de los partidos políticos, esa circunstancia no lo favorece para fortalecerse como opción opositora actualmente. En cuanto al PRI, este partido fue siempre hegemónico por lo cual carece de beligerancia opositora, y por si no bastara, ahora transita por una crisis interna cuyo destino final lo puede conducir a su ocaso definitivo, y si así no fuere estaría condenado a permanecer como el pariente que dilapidó toda su fortuna y ahora vive en dramática penuria.