En Temacapulín, Colima, el presidente López Obrador expresó: “no quiero ser líder moral, ni caudillo, ni hombre fuerte, mucho menos cacique”, estaba emocionado por las muestras de afecto de los allí presentes ahora que anda en giras de despedida por el país con el inédito acompañamiento de la presidenta electa de México. Ese fue un mensaje subliminal para quienes- mal pensados- opinan sobre su prurito de poder transexenal, de cualquier manera, para desmentir o confirmar ese asunto el tiempo colabora porque a López Obrador le quedan solo 41 días en la presidencia de México, entrará al relevo constitucional Claudia Sheinbaum, hasta ahora su acompañante de lujo y testigo de cómo desarrolla sus giras el presidente. En ese contexto la presidenta electa pudo comprobar que en la recepción en Colima no hubo abucheos de la concurrencia para la gobernadora Indira Vizcaino, de Morena, la segunda mujer que gobierna esa entidad, 36 años después de Griselda Álvarez quien en 1979 “rompió” el “techo de cristal” por ser la primera mujer en gobernar una entidad federativa. Sin embargo, en Jalisco y en Nuevo León testificó la rechifla contra los gobernadores Enrique Alfaro y Samuel García por parte de los asistentes en sus respectivos estados a la visita presidencial. Alfaro más curtido en esas lides soportó y hasta se mostró provocador, Samuel supo de esa experiencia y quizás se preparó para el golpe, como aviso de lo que de él se espera, por cierto, ambos gobernadores militan en Movimiento Ciudadano. Ese espectáculo fue muy recurrente durante los dos primeros años de AMLO en la presidencia, cuando visitaba entidades federativas gobernadas por priistas o panistas los gobernadores recibían “espontáneamente” atronadoras rechiflas provenientes de la muchedumbre en cuyo seno de pronto nacían las expresiones de repulsa a su gobernador, pero, obviamente, estos recibían el “balsámico” salvamento del presidente, quien convocaba al buen comportamiento del gentío que así quedaba en silencio. Aquellos fueron parte de los indicadores del golpe de la picota que día a día comenzó a resentir la estructura del régimen “neoliberal”, que apenas seis años después se encuentra en el grave predicamento de saber qué ocurrirá con la forma de gobernar de la sucesora Claudia Sheinbaum. Porque Morena ya gobierna casi todos los estados de la federación mexicana, tiene mayoría en 30 legislaturas locales y también en el Congreso de la Unión.
El mapa político del país ha sufrido cambios sustanciales, en los siguientes meses se irá reconfigurando cuando entren en función quienes resultaron ganadores en la elección del dos de junio: Guanajuato, Morelos, Tabasco, Yucatán, la Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Chiapas y Puebla son las entidades donde habrá cambio de gobierno este año. En Guanajuato la panista Libia Dennise García Muñoz Ledo tomará posesión el 26 de septiembre; en Morelos, Margarita González entrará al gobierno el próximo 1 de octubre; en Tabasco el relevo entra el 1 de octubre, ese día también habrá cambio en Yucatán; en la CDMX el 5 de octubre; en Veracruz Rocío Nahle toma posesión el 1 de diciembre, en Jalisco el 6 de diciembre, en Chiapas el 8 de diciembre y en Puebla el 14 de ese mes. Excepto Guanajuato, todos son de Morena. Cuando recibió su constancia de presidenta electa, Claudia Sheinbaum declaró: “Dejo de representar una parte de la sociedad y represento a partir de hoy a todas y todos los mexicanos”, o sea, a diferencia de AMLO que dividió al país entre sus seguidores y opositores, la presidenta electa nos dice que ella sí será la presidenta de todos los mexicanos. A partir del 1 de octubre lo iremos comprobando, no falta mucho para eso.