Entre Columnas
Martín Quitano Martínez
Parece que poder engañar es indicativo de inteligencia.
Sin embargo, querer engañar es indudablemente indicativo de maldad o debilidad.
Rene Descartes.
El contundente y repetido mensaje, “somos diferentes y estamos contra los privilegios, no robamos, no mentimos y no traicionamos” generó esperanzas en millones que depositaron confianza e ilusiones, en que las cosas podían hacerse diferentes para favorecer un país distinto en positivo.
6 años después de que esos diferentes llegaron comandados por el gran líder, no se ven las diferencias en los quehaceres y resultados, a veces ni en los rostros, excepto claro, en algunos casos, pues los privilegios señalados y cuestionados siguen o se han profundizado, pero no importa porque desde los mensajes mañaneros y su verdad incuestionable, se subsana cualquier falta o abuso con el poder de perdón sin más regulación que su dicho.
La vara con la que se han medido las condiciones en nuestro país ha sido desigual desde hace mucho tiempo, llevando a un estado de injusticia evidente en muchas de las expresiones de la vida cotidiana, sujetas a los intereses de quienes tenían el poder para preservar y establecer sus privilegios. Tales circunstancias de maltrato gubernamental y el consecuente hartazgo social, impulsaron la llegada del actual grupo hegemónico, que ofreció cambiar eso, capitalizando las emociones de rechazo.
La hipocresía y la mentira de quienes ahora se regodean en el poder y acechan desde la nueva moralidad humanista mexicana, que por cierto no soporta una revisión de congruencia, conductas y resultados, dominan desde “la voluntad del pueblo”, ejercida por esa “nueva” clase política que, desenfrenada, asume su gesta en el solaz de la simulación mayor.
Engrandecidos a plenitud, desbordan sus mentiras, sus rencores, sus visiones transformadoras, sus evidentes frustraciones y el afán de imposición o destrucción por sobre cualquier visión o idea que no les refiera seguimiento o subordinación. El proceso de sobrerrepresentación legislativa, la captura de las instituciones para sus fines de grupo y proyecto, el plan C, el acomodo de la mayoría como gracia de quienes gestan el retorno a un modelo autoritario ya conocido y supuestamente rebasado por uno remasterizado que todo les permite.
Los momentos de cambio de régimen son claros y presentes en tiempos que no solo son complejos por lo que representan, sino en las condiciones en que se desarrollan, donde después de 6 años de promesas incumplidas éstas son olvidadas o justificadas en medio de un discurso dominante que machaconamente se ha impuesto, creando una realidad alterna donde nuestro país se encuentra lleno de felicidad y en paz, gozando de las bondades de los nuevos y transformadores ejercicios públicos y de las representaciones políticas del “pueblo”.
Sin embargo y muy a pesar del gozo del poder, existen ideas y posiciones que no secundan esa realidad oficial; que pese a las descalificaciones y a las calumnias resisten e insisten en querer plantar cara a la intolerancia y a la mentira, a la destrucción democrática. Ciudadanos y grupos que reivindican su derecho a pensar distinto y a proponer rutas alternas al mirar que el país, pese a todo lo que se diga desde el grupo hegemónico, tiene problemas complejos que merecen mucho más que la intransigencia de visiones únicas y providenciales.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Recordaremos con tristeza este gran daño hecho a la República y al Estado de Derecho.