martes, noviembre 19, 2024

El Fin de una Era

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El contenido de los siguientes párrafos pertenece al epilogo de mi libro “El fin de una era” publicado en 2010 por El Colegio de Veracruz, los inserto porque configuran algunas de las causas del desvanecimiento del régimen priista y a la vez sugieren el cambio que ahora estamos constatando: “La formación de la Corriente Democrática en 1986 y su desprendimiento del partido le causó graves problemas al PRI en la elección presidencial de 1988. El origen de este movimiento se localizaba en las fuertes discrepancias entre los grupos que formaban el ala izquierda priísta y los denominados “tecnócratas”, recién llegados a la cúpula del poder por la vía del PRI, pero aplicaban recetas económicas dictadas por los organismos internacionales, muy distantes del modelo nacionalista que por décadas marcó el rumbo económico del país. El desmantelamiento del Estado de Bienestar y el tránsito hacia la globalización económica ocasionaron la reacción del ala izquierda del priísmo, que exigió una discusión nacional sobre los cambios en el modelo económico y de paso reclamar cambios en los procedimientos internos del partido para dar mayor injerencia a las bases en la selección de candidatos a cargos de elección popular y en la elección de sus altos mandos directivos… Aunado a estas circunstancias inéditas, las nuevas generaciones de mexicanos habían nacido y se desarrollaron en medio de crisis económicas atribuidas al gobierno, otro elemento que se agregaba en contra del partido en el gobierno. Para nadie en el gobierno y su partido era un secreto que las duras condiciones económicas transportaron sus efectos negativos contra el partido oficial, al que de esta manera se le revertía su añeja e indudable relación con el Gobierno. Esta relación le impedía al PRI abanderar las quejas populares en contra de alzas de precios, de la compra y venta de los Bancos, del Fobaproa, del incremento al IVA, etc., expedientes que se fueron acumulando en contra del otrora partido revolucionario”.

“Lo peor ocurrió cuando no pudo, el PRI, no supo o no quiso ajustarse a los nuevos tiempos políticos y económicos. Al no avenirse con las nuevas condiciones sociopolíticas, el PRI-Gobierno sufrió un desfase respecto de la realidad, pero se resistía a los cambios porque representaban perder importantes cuotas de poder. La incongruencia era manifiesta, pues mientras por un lado preconizaba los principios de la Revolución Mexicana, por el otro cabildeaba con su bancada en el Congreso la aprobación de cambios constitucionales ajenos a aquel movimiento social. Este fenómeno se observó plenamente con las reformas a los artículos 3°, 15°, 27°, 31°, 82° y 130 constitucionales iniciadas por el gobierno Carlos Salinas de Gortari. (Por buena parte de ellos había luchado la rebelión cristera de 1926-1929) … De ser un Partido identificado con el Estado de Bienestar, promotor de la economía mixta; impulsor de la rectoría económica del Estado, defensor apasionado del ejido, intransigente defensor de la separación del Estado con la Iglesia, de simpatizante de la Educación socialista primero y de la laica después, pasó alternativamente a promover la globalización económica, indiferente ante la imposición del llamado neoliberalismo social, pasivo ante la privatización del Ejido y de las empresas propiedad del Estado; una conducta bastante versátil avalada por el PRI que contemporizó con los cambios, sin importar las contradicciones entre el nacionalismo revolucionario de sus orígenes con el ideario que sustantiva al neoliberalismo económico.

Por otro lado, como se ha podido ver, en realidad el PRI nunca fue la “maquina electoralmente arrolladora” que se presumía por su abundante cosecha de votos. En primer término, había una elevada abstención ciudadana provocada por el conocimiento anticipado del ganador y por las irregularidades que desembocaban en impunes fraudes electorales, lo que formó una apreciación pública acerca de la burla a la voluntad popular y acentuó la escasa participación ciudadana. En segunda instancia, era de todos conocido que el abstencionismo fue eficientemente suplido por el libre relleno de las urnas con boletas a favor del PRI. Esto lo facilitaba la ineficiente estructura de los partidos de oposición y su raquitismo económico que no les permitía cubrir con sus representantes la totalidad de las casillas, dejando vía libre a los funcionarios de casillas nombrados discrecionalmente por el ayuntamiento o las Comisiones Estatales Electorales priístas. Adicionalmente, la organización de los procesos electorales y el manejo del padrón electoral a cargo del gobierno perfeccionaban su control, a la luz del conocimiento, indiferencia, decepción e impotencia del ciudadano. “Con este semblante transcurrieron los mejores años del priísmo, durante los cuales fue perdiendo capacidad de interlocución con una sociedad que ya no lo visualizaba como solución de la problemática nacional, mucho menos como vehículo idóneo hacia la democracia. “La derrota del año 2000 empeoró la situación del PRI, pues al perder en el presidente de la república su punto de referencia, su caudillo, su centro motor, a la vez que elemento aglutinador de los gobernadores, ahora los ejecutivos estatales operan y deciden conforme a sus respectivas circunstancias en demérito de la intervención del Comité Ejecutivo Nacional del Partido”.

Más de todo esto disertamos en el epílogo de El Fin de una Era, pero ya nos excedimos en el comentario y basta concluir que de esa forma se fue diseñando la actual circunstancia del Partido Revolucionario Institucional.

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