Don Venustiano Carranza promulgó la Constitución General de la República que hasta ahora nos rige, aunque el texto de la Carta Magna de ese día no era precisamente el mismo que como presidente había entregado para su discusión al Constituyente debemos reconocer que contó con toda la anuencia presidencial, fue un documento adelantado a sus tiempos y el constituyente permanente se ha venido encargando de ajustarlo a nuestras circunstancias. Este día se conmemora el 108 aniversario de la aludida promulgación, en un evento en el cual no estará presente porque no fue invitada la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque “somos republicanos y somos respetuosos, pero también pedimos respeto”, aduce la presidenta Sheinbaum para justificar la exclusión del Poder Judicial en una conmemoración esencialmente republicana. Cuando se enfríen las pasiones que la polarización política ha instaurado será posible juzgar con objetividad ese desentono institucional. Por ahora cobra especial vigencia la expresión: “el que manda, no se equivoca, y si se equivoca, vuelve a mandar”. Aunque, claro, esta conmemoración será sui géneris por la ausencia del Poder Judicial, precisamente el encargado de interpretar y aplicar las leyes y de administrar justicia.
Hace justamente un año el presidente López Obrador anuncio a la nación un paquete de 16 reformas al texto constitucional, consideraba que estaba condicionado a que MORENA y sus partidos satélites obtuvieran la mayoría calificada en el Congreso Federal en las elecciones del 2 de junio siguiente. Si bien “el pueblo” no votó suficiente para otorgarle esa mayoría, la connivencia entre el INE y el Tribunal Electoral Federal hizo posible la mayoría calificada para el oficialismo y de esa forma se favorecieron las condiciones para aprobar las reformas propuestas por AMLO, incluida la reforma al Poder Judicial que como va tendrá una configuración muy diferente a la que conocemos. En este caso si le cumplieron a López Obrador sus legisladores, no podemos decir lo mismo respecto de lo que AMLO ofreció al “pueblo bueno y sabio”, pues son promesas incumplidas, enumeramos algunas: económicamente no crecimos al 6 por ciento, lejos de esa meta apenas alcanzamos 1%. En materia de Salud nos quedamos a más de 9 mil kilómetros de Dinamarca porque los insumos médicos jamás fueron suficientes en los hospitales de México, nunca se satisfizo el abasto de medicinas y esa inercia aun perdura. En Seguridad Pública, la presidenta Sheinbaum está sufriendo las consecuencias de la muy errónea estrategia de “abrazos y no balazos” porque es punto central en las exigencias del presidente Trump. En Educación, en los parámetros internacionales estamos reprobados. No alcanzamos la soberanía alimentaria ni la energética, tan lejos como Dinamarca. ¡Cuánto diéramos porque estas metas se hubieran alcanzado, aunque se hubieran quedado en el tintero o el archivo muerto las reformas constitucionales anunciadas hace justo un año! Tragedia o Teatro del Absurdo, Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Zacatecas, Michoacán etc. son locaciones propias para este escenario.